Underwater (2020)

Contexto. Soy de los que cree firmemente que todo depende de su contexto. El contexto da forma, crea el espacio, impulsa o hace retroceder. Toda situación de la vida varía su intensidad dependiendo del contexto, y una historia sin contexto puede perderse porque pierde su peso. Por eso mismo, cualquier película o videojuego que se sitúe en el fondo del océano o en lo vasto del espacio, me generan un pavor que, quizás, ninguna otra historia me genere. Y es que hay una cuestión de inmensidad apañada por la mismísima soledad de dos entornos de los que no podés escapar. Alien es una de las mejores películas de ciencia ficción y terror de la historia porque justamente, enfrenta a un personaje contra un enemigo del que no puede escapar. No hay dónde ir, no hay quien la pueda ayudar. “In space no one can hear you scream”. Underwater intenta replicar esa premisa, sin llegar a ser un clásico, pero de una forma muy acertada y convincente.
El fondo del mar tiene un efecto similar al espacio, como ya dejé en claro. La cantidad de agua, la presión de la misma, el silencio extremo, la oscuridad, la soledad, el peso de la inmensidad y de lo desconocido. Para poner otro ejemplo, SOMA es un videojuego que se destaca por la misma impronta. Es una obra de ciencia ficción impresionante no solo por el contexto, sino también por su historia, su ejecución, y su apartado técnico. Pero la historia y la narrativa se hacen más fuertes gracias a su locación en lo profundo del océano. En ambos casos, el miedo a lo desconocido tienen un factor vívido que es lo que te corta la respiración constantemente, y Underwater, la película del director William Eubank, protagonizada por la bellísima Kristen Stewart, abraza esa misma premisa.
William Eubank venía de dirigir The Signal, ya reseñada en este sitio y donde dejé bien en claro que me parece una joya de la ciencia ficción. Luego, se hizo cargo de (al menos hasta el momento) la última entrega de la saga Paranormal Activity con Paranormal Activity: Next of Kin, donde hace un muy buen trabajo, volviendo a levantar la vara de la misma luego de unas entregas bastante regulares. En el guión de Underwater, encontramos por un lado a Brian Duffield, responsable de películas como The Babysitter, Love and Monsters y No One Will Save You. Junto a él, tenemos al otro guionista, Adam Cozad, a quien podemos reconocer por títulos como Jack Ryan: Shadow Recruit y The Legend of Tarzan. Muchas veces no sucede, pero en este caso, la suma de las fuerzas dio un resultado más que favorable. La experiencia de los involucrados se potenció.
Y algo que hace particularmente muy bien Underwater, es jugar con todos esos sentimientos que propone estar en el fondo del océano, como mencionaba anteriormente. El uso de los sonidos constantemente nos sumerge codo a codo con los protagonistas. En un lugar donde reina el silencio, los sonidos habituales son reconocibles. Por eso, durante los dos primeros actos, la narrativa se encarga, con todas las herramientas que tiene a disposición, de meternos de lleno en ese contexto. Visualmente, las diferentes tomas y los encuadres elegidos siempre exponen ese sentimiento de inmensidad, de que tanto nuestros personajes como las instalaciones en las que se encuentran, son un efímero suspiro dentro de las fauces de un océano que, con solo respirar, los podría engullir en un microsegundo y hacerlos desaparecer de este plano existencial.
El suspenso está exquisitamente dosificado. Sin copiar a nada y con su propia identidad, Underwater por momentos me recuerda -como ya dije- a Alien (salvando las distancias), por lo bien planificado que está el uso de los espacios, la sensación de encierro y el efecto opresivo que intenta contagiar. En la búsqueda de los personajes frente a lo desconocido, y cómo van avanzando a ciegas frente a una salvación que se presenta como poco posible, también me hizo recordar a la imperfecta The Cave o a la más (mucho más) convincente The Descent. Y no lo digo como exponentes cinematográficos en sí, sino al desarrollo que tienen los personajes como grupo frente a un peligro inminente.
Visualmente también es un gran acierto. El nivel del diseño de producción es abismal (un trabajo muy similar al que hizo en The Signal desde lo conceptual). Todo está en su lugar. Las escenas debajo del mar realmente te transportan a aquel lugar. Los diseños de las bases y de las estaciones, de los transportes, los trajes, los interiores, todo da una sensación de realismo opresivo y está acompañado por una fotografía muy cuidada. Incluso el uso de las cámaras lentas está rodeado de un muy buen gusto, tal como pasaba (de nuevo) en The Signal.
En lugar de abusar del recurso, solo lo utiliza dos o tres veces durante la película, para acentuar algunas escenas donde realmente termina sumando. En el arte conceptual de la película y en el diseño de criaturas, podemos encontrar al reconocido Aaron Sims, un artista que puso su magia en otras grandes películas como A Nightmare on Elm Street: The Dream Child, It (1990), Big Fish, The Mist, Clash of the Titans, Transformers: Dark of the Moon, Abraham Lincoln: Vampire Hunter, Live Die Repeat: Edge of Tomorrow y tantísimas otras.
¿Dato de color? Una de las teorías que se baraja en la película para intentar comprender el por qué de los enemigos, es la que le da forma al por qué de los megalodones en la película The Meg con el gran Jason Statham. ¿Coincidencia? Yo elijo creer. Por lo demás, Underwater tiene un primer acto que comienza a todo trapo, nos atrapa y nos deja sin respiro con la dinámica que maneja. El segundo acto calma la intensidad buscando el equilibrio, pero suma acción y se centra más en el suspenso. El tercer acto mezcla todos los ingredientes, es explosivo en cuanto a su dinámica y a la propuesta general. Levanta la vara de su propio contenido y regala un final realmente épico. William Eubank lo vuelve a hacer.