Two Witches (2022)

Cuando me preguntan por qué me gusta tanto el cine de terror, la respuesta es simple: porque el terror me genera cosas que ningún otro género logra. La sorpresa, la incomodidad, el miedo, el palpitar inequívoco de que algo va a pasar, pero no sabemos cómo, ni cuándo, ni de qué se trata. Me considero un fanático. Alguien que desde hace más de 30 años ve películas sin parar, gracias a mi padre, en primera instancia, y luego a mi propia autonomía. Después de tanto ingerir historias, es por demás placentero encontrar esas joyitas ocultas que no se parecen a nada que ya hayamos visto. Que quizás pasaron sin levantar polvareda. Que no se encuentran ni en cines ni en plataformas (salvo Shudder, pero a la Argentina todavía no llega). Two Witches es, definitivamente, de esas películas que disfruto de ver.

El director Pierre Tsigaridis nació en Francia pero vive en Los Angeles, porque quería perseguir el sueño de ser parte de Hollywood. En 2019, lanzó un cortometraje llamado I Who Have No Oneque se movió por algunos festivales. Luego de esa experiencia, volvió a llamar a algunos de los actores de aquel corto y decidió darle forma a Two Witches, su opera prima. La película lo llevó directamente al Festival de Sitges, cosechando muy buenas críticas. Y la verdad es que la película lo vale. Se la comparó mucho con las Evil Dead de Sam Raimi, lo que ya es un halago mayor. Pero no desde la historia, sino desde lo cinematográfico. La película tiene un presupuesto acotado, no tiene actores de renombre, pero todo encaja. Sabe manejar cada recurso con grandeza, como si no le haría falta nada más. Muestra lo que quiere mostrar, cuenta lo que quiere contar, y en ningún momento se siente en falta.

Two Witches (2022) | Dirección: Pierre Tsigaridis

Esto habla, en primer lugar, de la mano del director. De saber llevar una historia a cabo con los elementos que hay en mano. Y es que, al ver la película, te das cuenta de que no falta nada más, está todo ahí, todo eso que tenés ganas de ver. Two Witches es una retorcida historia sobre brujas, como su título lo indica, que se desarrolla desde la mirada de dos situaciones diferentes que convergen en una misma premisa. Durante los minutos de metraje que acarrean a toda esta historia, el terror es una clara demostración de la fuerza de la brujería expuesta, que se quiere imponer como si fuesen climas o ambientes para aunar a los diferentes personajes. Lo onírico, la locura, la perdición, el gore, lo perverso y lo grotesco se dan la mano y nos llevan por un camino diferente al que solemos ver.

Sinceramente, no creo que Two Witches sea una película de terror convencional. Por momentos es lenta, y no como algo negativo, sino como parte de su propia impronta, necesaria para contar lo que quiere contar. Las situaciones oníricas, como parte de alucinaciones o visiones perpetradas por un mal superior, tienen una exposición mucho más metafórica que real. No es, para nada, una película experimental, pero sí creo que dentro del terror que solemos apreciar, esta producción sabe ganarse su propio lugar. Si me lo permiten, siento que Two Witches puede convertirse, con el tiempo, en una de esas películas de culto como Evil Aliens, Doghouse (Jake West), Feast (John Gulager), Killer Tongue (Alberto Sciamma) o Undead (The Spierig Brothers), entre tantas otras.

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Hay algo visceral en Two Witches que me encanta. Es ese sentimiento de saber que todo va a salir mal, y que, aun así, cuando todo sale mal, el director logra sorprenderte. Ya sea por su narrativa, su puesta en escena o por lo morboso de su propuesta, esta película se convirtió en una de esas pequeñas joyas que son difíciles de encontrar, y que se atreven a tocar el tema de las brujas de una forma mucho más horrorosa que lo que solemos ver. Two Witches, con todas sus limitaciones, bebe de forma inconsciente de Suspiria (Dario Argento), de The Lords of Salem (Rob Zombie) e incluso, como dijimos antes, de Evil Dead. Pero no me cabe duda de que tiene el peso propio como para dejar su propia marca. Y, como si fuese poco todo lo que dije, el final queda abierto para una secuela.

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