Subservience

Independientemente de mi posición frente a la Inteligencia Artificial, es imposible negar que esta tecnología viene, desde hace muchísimos años, siendo una suerte de villano en el cine. 2001: A Space Odyssey (1968, Stanley Kubrick), Terminator (1984) y Terminator 2: Judgment Day (1991), de James Cameron; War Games (1983, John Badham), y la lista continúa. Si nos acercamos más en el tiempo, podemos destacar Ex Machina (2014, Alex Garland) o incluso Avengers: Age of Ultron (2015, Joss Whedon) para mis seguidores marvelianos. Como dije, la lista es inmensa, y dejé afuera muchas que son increíblemente emblemáticas. Pero como el tiempo apremia, quería llegar rápidamente a los tiempos que corren, donde la IA ya está apoderándose realmente del mundo y el miedo de muchos se hace latente. Tanto es así, que guionistas y productores ven un gran potencial en volver a revivir estas historias. Pasó con M3GAN (2022, Gerard Johnstone) y ahora pasa con Subservience (2024).

Si nadie lo quiere decir, no tengo problema en decirlo yo: el concepto principal de la película recae en que la Inteligencia Artificial de esta película está personificada por, ni más ni menos, que Megan Fox (Transformers, Jennifer’s Body, Till Death). Dejando de lado el juego de palabras, lo que en M3GAN se representaba como una muñeca de aspecto humano, acá cobra forma iconográfica gracias al rostro y cuerpo de la actriz. Como se puede esperar, la sensualidad y el magnetismo sexual son el gancho de toda la situación, cuando un padre de familia con su mujer enferma, a cargo de sus hijos y con problemas en el trabajo, compra una Inteligencia Artificial para que cuide a sus pequeños hijos y ayude en la casa. El resto es historia, el trailer habla por sí mismo y la premisa, también. 

Si nos ponemos a pensar en las Tres Leyes de la Robótica creadas por el grandioso escritor Isaac Asimov, podemos estipular que: “Un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra daño”, “Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley”, y “Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley”. Frenemos un segundo y hagamos hincapié en la parte de “un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos” y volvamos a recordar a Megan Fox. Sí, desde esa misma conexión que seguramente hicieron todos aquellos que sean tan amables de leer estas líneas, es desde donde nace la venta y atractivo principal de esta producción. Y no es algo que digo yo porque se me ocurrió, es solo el mensaje hablando por sí mismo.

Fuera de todo esto, la trama en general es un tanto inconsistente. Este padre de familia, preso de la responsabilidad que lleva, no toma las mejores decisiones que podríamos pretender de un protagonista. Por lo contrario, hace todo lo posible por alejarnos como espectadores de la empatía que deberíamos generar con él y, en consecuencia, en ningún momento nos importa lo que le pueda pasar. La poca importancia que generamos -justamente- con Nick, interpretado por Michele Morrone (365 dni, 365 Days: This Day, The Next 365 Days), contrasta con las situaciones que acontecen en la película. De hecho, uno de los disparadores de todo el tercer acto se basa en algunas decisiones bastante cuestionables desde la moralidad humana. 

Otra review de una película que, de forma completamente insana, tiene una crítica a la sociedad bastante implícita: Society (1989)

Junto a esto, existe un comportamiento bastante errático por parte del personaje (y absurdo, si me permiten), intentando siempre discutir o responder con emociones a las palabras o intenciones del personaje de Alice (Megan Fox), que claramente es una Inteligencia Artificial y que, como tal, no puede razonar ni generar ningún cúmulo de emociones tal como el protagonista pretende de forma insistente. Y el contraste es inmenso, porque lo que hace la actriz para realmente parecer una extensión de Siri o ChatGPT está muy bien trabajado, es bastante convincente en su cometido de dar respuestas que se sienten automatizadas y sustentadas por la lógica.

Dicho esto, está claro, y no en una forma demasiado sutil, que el personaje de Megan Fox tiene intenciones diferentes a las que debería tener en base a las leyes de Asimov, pero justifica en cierto momento dicho comportamiento. Podríamos ponernos a debatir sobre la fidelidad de estas leyes, sobre cómo todo lo que pasa en algún punto va a contra de lo que se nos explica en la película y del intento bastante fallido que hay por parte del director a la hora de hacer una crítica social sobre este tema, pero como ya lo aclaré en el primer párrafo, hay muchísimas otras películas que ya plantearon estos temas. De alguna forma, por más reciente que se sienta Subservience, llega tarde a la discusión con ideas que pueden parecer intrínsecas pero resultan ser bastante mundanas.

Otra review de una película que intenta hacer un mea culpa e implementar la crítica social, pero se termina perdiendo en la irreverencia: Leave the World Behind (2023)

Después de dos primeros actos bastante sosos, donde ninguna de todas las tramas cobra realmente fuerza, el tercer acto levanta un poco la vara y se pone interesante. Claro, la vara no estaba muy alta, pero al menos la película se vuelve un poco más divertida y cobra un poco más de ritmo. Si bien sigue manteniendo esas inconsistencias tan marcadas, la cinta ahora se convierte en una suerte de slasher (entre muchísimas comillas, claro), como pasa en el final de Terminator (salvando las abismales distancias, obviamente), todo sujeto a la magia de las casualidades y a un timing perfecto que se siente extremadamente conveniente. Predecible también y carente de sorpresas.

Un nuevo exponente que intenta tener una conversación con el espectador respecto de las Inteligencias Artificiales, pero que nunca lo logra por lo escaso de su contenido y propuesta. A diferencia de, por ejemplo, Jennifer’s Body o Till Death, donde la impronta física de Megan Fox importa pero se ve sustentada por una trama que va más allá de eso e intenta todo el tiempo jugar con dicha dualidad (horror-belleza, belleza-horror), en Subservience se quedan sólo en eso: el morbo solo por el morbo, sin otro sustento que lo justifique. Como dije antes, una idea que ya vimos decenas de veces, que no se gasta en aportar nada nuevo y que se detienen es las posturas más simplistas que el cine puede tener. La falta de creatividad vuelve a decir presente.

Little Bites (2024)

Azrael (2024)

Wolf Man (2025)

Cuckoo (2024)