A diferencia del resto de las entregas, Saw X comienza literalmente como un drama. Sabemos que John Kramer es uno de los asesinos más despiadados de la historia del cine, pero aun así, logramos generar una fuerte empatía con este nuevo enfoque. Nos muestran a John como un educado y correcto hombre que abraza la tercera edad con un cáncer cerebral avanzado. Apenas tiene unos meses de vida. Vemos el recorrido cansino por los médicos y los diferentes estudios, su debilidad, su actuar taciturno. Es como un abuelo solitario que cualquiera de nosotros podría tener. 

¿Es justo lo que hacen John Kramer y Jigsaw? La saga tiene diferentes enfoques, pero el principal, y el que más perduró a través de las diferentes entregas, lo pone a John como una suerte de justiciero con una moral bastante cuestionable. Básicamente, y en pos de su enfermedad, lo que genera es un plan de venganza eterno e inexorable que viaja a través de la familia y otros seres cercanos que siguen con esta idea de impartir justicia por mano propia. Está claro que el precio a pagar es demasiado alto en la mayoría de los casos.

Saw X (2023) | Director: Kevin Greutert

Dejando de lado la primera parte, las trampas que nacen de la perversa y retorcida mente de Kramer solo parecen tener una finalidad: él se siente una suerte de Dios que actúa bajo el castigo divino, un juez sin demasiado tacto. ¿Seguiremos pensando lo mismo luego de esta nueva entrega? Puede que Saw X te haga cambiar de parecer.

Meterte con John Kramer y su buena voluntad (una vez que la tiene) es como meterte con John Wick y sus mascotas. Luego de un inicio a puro drama, bondad y aires de cambio, todo se convierte en la venganza más pura, manteniendo los códigos morales que este querido asesino a veces tiene y a veces no. Sí, sé que es injusto decirle “asesino” a John Kramer porque técnicamente él no mata a nadie, pero sé que Uds. me entienden. Todo ese aura que venía decorando a este metraje se quiebra en pocos segundos y de repente aparece esa fotografía desgastada, con tonos azulados y mucha suciedad, metal y otros detalles típicos de la saga. ¿El problema? El disparador de la nueva venganza de John y su verosímil. Todo lo que ocurre tiene una pata muy floja y es, justamente, su “por qué” y su “para qué”. 

Las reglas son claras. Haces lo que John dice y no perdés la vida. ¿A qué costo? Esa es otra cuestión. Pero, como si fuese alguna de esas nuevas sectas new age, Kramer lo que te propone es un nuevo despertar. ¿Robaste? ¿Estafaste? ¿Jugaste con las esperanzas ajenas? Todo tiene un precio. Acción-reacción. Como dije, las reglas están dispuestas. Las fichas en su lugar. Las maquinarias y esas trampas complejas (que en esta entrega no tienen tanta elaboración por la propia idiosincrasia del guión) están preparadas. Ahora, que promedia el segundo acto, dejemos que el gore empape las pantallas. La pregunta se va a mantener firme a pesar del rojo carmesí: ¿puede un inmoral darle clases de moralidad a otro inmoral?

Otra review de gente que asesina gente: Bodies Bodies Bodies (2022)

Yendo directo al condimento del horror, todas las escenas donde una vida está en juego a causa de la creatividad morbosa de Kramer son realmente desesperantes. La tensión se puede palpar en la propia desesperación de las víctimas, valga la redundancia. La edición, los sonidos y cómo están montadas todas esas escenas son realmente la cereza del postre.

Si somos sinceros, la primera entrega de Saw es una película que marcó un antes y después en el género. La segunda parte intentó mantener ese halo de suspenso pero se vio obligada a cambiar un poco el paradigma porque era imposible recrear la premisa de la primera entrega. De ahí en adelante, la saga se volvió en una excusa para crear máquinas infernales y ver cómo moría cada uno de los personajes. Lo hicieron durante toda una saga, ocho entregas que ofrecían lo mismo y, al menos a mí me queda claro, que en esta última parte no puedo esperar algo diferente. “Dime con quién te juntas y te diré quién eres”, reza el dicho. Si somos seguidores de la franquicia, no podemos sorprendernos demasiado del resultado.

Más allá de la sorpresa, que sepamos lo que vamos a ver no quiere decir que lo que estamos viendo cumpla con ciertas reglas. Y acá es donde entra la mirada personal. Estas reseñas no son de esas que pretenden decir lo que está bien y lo que está mal. Es mí mirada, mí apreciación. Y, por ende, las reglas que yo siento que entran en juego.

Otra review de otra gente asesinando a otra gente: Sick (2023)

El verosímil de Saw X es un sinsentido, mire por donde se la mire. No voy a ponerme en exquisito y sacar a relucir algo que se llama “umbral del dolor” porque si lo hago, creo que la franquicia entera no funciona. Pero como sé lo que estoy viendo, me aferro al menos a mi sentido común cinematográfico (¿Tengo sentido común, o solo creo tenerlo?). Al menos, a eso apelo. Como ya mencioné varias veces, Saw X no justifica nada de lo que hace. Intenta hablar de moral desde la inmoralidad, intenta justificar desde lo injustificable. Y esto hace que se comiencen a tomar decisiones que afectan (otra vez) al tan querido verosímil. ¿Tiene algún sentido lo que está pasando, o solo pasa porque el guión lo necesita? Al menos a mí, la respuesta a esta pregunta me resulta, mínimamente, necesaria.

Nunca fui amante del gore. Antes, el gore era un subgénero dentro del terror que tenía su propio nicho. Gente como Jorg Buttgereit, Olaf Ittenbach, Andreas Schaas y el ultragore alemán, u otros como Noburo Iguchi, Yoshihiro Nishimura, Yukihiko Yamaguchi y el hipergore japonés, hacían de las suyas y sus películas eran justamente eso: una excusa para mostrar la carnalidad de un subgénero que era solo para unos pocos desquiciados. Con el paso de los años, y la pérdida de la sensibilidad social, el gore comenzó a meterse de a poco en el cine de terror hasta perder su propia identidad. 

Saw, Hostel, y algunas otras, fueron las causantes de este movimiento. Tal fue la inclusión, que películas como Rambo (2008) tenía un momento de carnicería desmedida mientras el protagonista destrozaba cuerpos humanos con una ametralladora antiaérea. Nunca fui fanático del gore solo por el gore en sí, y Saw X se termina convirtiendo en eso hacia el tercer acto. No hay motivos, no hay justificación, es solo un muestrario de sangre, tripas, más sangre, cerebros, mucha más sangre, y cuerpos mutilados. Si te gusta eso, estás de suerte.

Otra review de gente que muere sin mucho sentido: The outwaters (2023)

Saw X está a años luz de ser, al menos, la sombra de su primera entrega, allá por 2004. Intenta ser más de lo que puede ser y falla en ese intento. A diferencia de otras, ni siquiera sirve como compilado de muertes, ya que en esta ocasión, y como dije antes, la creatividad detrás de cada trampa es bastante básica. No hay acción-reacción, y se vuelve un poquito predecible al final, cuando lo obvio se hace tan obvio, que levanta sospechas. Deja un montón de preguntas sin resolver, ¿quizás para una nueva entrega? La escena post créditos no suma en nada.

Los Simpsons siempre están presentes en mi vida y me veo obligado a terminar esta reseña diciendo: “mi vieja mula ya no es lo que era, ya no es lo que era”.

Warrior (2011)

Vampyres (1974)

The Void (2017)

The Town That Dreaded Sundown (1976)