Paranormal Entity (2009)

Al escribir la reseña de Ape vs. Monster, dije que no todas las películas hechas por The Asylum eran malas. Creo que hablar sobre qué es bueno y qué es malo no es una forma correcta de definir lo que quiero decir, porque muchas veces los gustos de cada uno son parte del debate y todo se desfigura. Quizás, lo que quiero decir, es que no todas las películas de esta productora tienen esa mirada displicente y agónica sobre la cinematografía. No todas tienen esa desidia a la hora de filmar o construir un evento narrativo.
Paranormal Entity creo que es una de ellas. Si bien intenta capitalizar el éxito de la franquicia Paranormal Activity, se puede sentir que hay algo diferente. Sí, es verdad: es una película barata y del montón, una cinta de metraje encontrado que no ofrece nada nuevo ni intenta separarse de la cinta de la que se aferra cual garrapata. Sin embargo, hay algo que la pone en otro nivel. La película ofrece un reguero de escalofríos y emociones fuertes. De nuevo, y creo que lo voy a decir siempre que analice un exponente de este tipo, hay que entender siempre el contexto. Hay que saber qué nos sentamos a ver. Paranormal Entity regala una buena dosis de sustos, algo que muchas producciones con muchísimo más dinero y producción quisieron hacer y no lograron. Sin embargo, está claro que a pesar de sus serios esfuerzos por crear algo realmente interesante, la película se queda corta respecto a sus ambiciones.
La trama sigue los siniestros sucesos alrededor de la familia Finley, donde una joven llamada Samantha comienza a experimentar inquietantes sucesos paranormales. Con la ayuda de su hermano y de un equipo de investigadores armados con cámaras y con ganas de meterse en lugares donde otros -por mero sentido común- saldrían corriendo, la película se propone desentrañar los misterios que se esconden detrás de esta producción que se encarga de aclarar que “Todos los acontecimientos, personajes y empresas representados en esta obra fotográfica son puramente ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia“. Una forma de decirnos que son conscientes de lo que estaban haciendo.
Con 43 años cumplidos, puedo afirmar que llevo 30 años de forma consciente viendo películas de terror. A los 13, enamorado del séptimo arte desde los 8, hice una promesa: no iba a pasar un día sin mirar una película. He visto al terror en todas sus formas, y con el paso del tiempo uno se va haciendo más duro a los sustos. Que no se malinterprete: todavía soy de esos que duda a la hora de dormir con la luz apagada en una casa que no conoce, o de espalda a una puerta, o con los pies por fuera de la cama. Pero el cine desgastó tanto ciertas fórmulas, que es difícil asustarme. No imposible, pero generalmente veo venir las cosas. Y no hablo de un scarejump barato, hablo de un susto de verdad. De esos que nacen desde nuestras entrañas y se suben hasta nuestra cabeza recorriendo todo el cuerpo, dejándonos un sentimiento de inseguridad complejo, con los nervios de punta y los sentidos alerta.
Uno de los puntos fuertes de esta película, justamente, reside en su intento de crear tensión mediante el formato de metraje encontrado, una técnica que ha funcionado bien en otras películas de terror de éxito y que aunque Paranormal Entity reutilice tropos ya conocidos, termina siendo efectiva en ciertos momentos. El uso de cámaras de seguridad y dispositivos portátiles añade una capa de autenticidad tal como hacía Paranormal Activity, sumergiendo al público en las pesadillescas experiencias como si estuviésemos en la piel de los personajes.
Lamentablemente, hasta ahí llegamos. La película tropieza en su ejecución y cae al abismo, principalmente por las actuaciones mediocres y un argumento extremadamente predecible. Más allá de las situaciones, que terminan siendo las verdaderas protagonistas, los actores y actrices no consiguen evocar un miedo real o al menos, una empatía genuina, por lo que resulta difícil implicarse de lleno en su experiencia. Todo esto le resta bastante realismo al género del metraje encontrado, siempre suele suceder. Paranormal Activity, The Blair Witch Project y varias más, no tienen grandes actores, pero al menos hacen lo mínimo e indispensable. Tienen química con sus compañeros, hablan como podría hablar cualquiera de nosotros. Lógicamente, esto no es solo responsabilidad de los actores, sino también del director y del guionista. En este caso, hablamos de Shane Van Dyke, quien cumple ambos roles. A este muchacho lo podemos conocer de otras barbaries tales como Titanic II en la dirección, aunque en cuanto a guiones, es responsable de películas decentes al menos, como Chernobyl Diaries, The Silence o la más reciente Don’t Worry Darling, con Florence Pugh y Harry Styles.
Volviendo a la película, notamos otro de los hitos que ya son marca registrada en The Asylum: su dinámica y su ritmo, lentos y casi angustiantes. Hay espacios muertos, en silencio, sin que pase nada realmente. Escenas que se alargan sin sustento, que no generan nada de lo pretendido. Solo están por estar, y a otra cosa. Los sustos o momentos de tensión de los que hablaba anteriormente no son genialidades ni mucho menos, pero convencen. Te hacen sentir incómodo mínimamente, aunque se desarrollen dentro de ciertos clichés que ya se vieron cientos de veces, sobre todo luego de que otras cientos de películas hayan copiado la fórmula de Paranormal Activity. Creo que haberla visto en el momento que apareció, le sumó varios puntos. Volver a verla hoy en día es una experiencia completamente diferente.
En aquel momento, todavía no se conocían del todo las crueles intenciones de The Asylum, y muchos pensaron que era una continuación de Paranormal Activity, que se había estrenado dos años antes. Esto generó una gran confusión y fue una demostración de que la intención de la empresa de colgarse de grandes producciones (o al menos, taquilleras) había dado resultado. Paranormal Activity te puede gustar más, menos, te puede parecer mejor qué, o peor qué, pero tiene sus tres actos definidos. Comienza, se desarrolla y termina. En el caso de Paranormal Entity, esta estructura se ve confusa. La conclusión de la película, todo lo que pasa durante los últimos 20 minutos, te deja con más preguntas que respuestas, y no de una forma que invite a la reflexión, sino como algo caótico y desordenado, como si no hubiese conclusión alguna. Parece un intento apresurado de atar cabos sueltos.
Para ir terminando, Paranormal Entity se queda corta en sus aspiraciones por ser una memorable película de terror de metraje encontrado dentro de lo que puede ofrecer The Asylum. Conoce sus limitaciones, se aferra a ellas, pero en algún momento (más temprano que tarde) pierde el eje y termina siendo pretenciosa. Se confía de sus intenciones y quiere ofrecer más de lo que puede dar. Como dije, tiene algunos momentos de tensión bien logrados y a decir verdad, es loable y hasta respetable el intento de crear ambientes, pero la ejecución general le juega todo el tiempo en contra, porque en este caso, es más una cuestión del buen hacer, que de la cantidad de dinero disponible.