Night Swim (2024)

Blumhouse y James Wan son dos nombres que, por separado, siempre me generaban ilusión. Como amante del cine de terror, proyecto en el que cualquiera de los dos estuviera involucrado, lo tenía en vista hasta poder, finalmente, consumirlo. Con el paso del tiempo, los dos se convirtieron en una suerte de “máquina de hacer chorizos hollywoodenses” y comenzaron a estrenar películas a mansalva. Cumplieron, en realidad, lo que toda industria propone: invertir poco para recaudar mucho. Las empresas funcionan así, y al menos para mí, no tiene nada de malo. Si invierto X, quiero mínimamente recuperar la inversión, pero seguramente estoy esperando duplicarla, triplicarla, y mientras mayor sea el ingreso, mayor mi ganancia y mejor rentabilidad tiene mi negocio.
Negocio, de esto se trata, y no tengo problema con eso. Creo que se puede cocinar un negocio y al mismo tiempo tener amor por el arte. El problema, creo desde mi humilde y poco válida opinión, es cuando un lado de la balanza comienza a ser tendencia, y por más rédito que reciba, si la calidad de mis propuestas bajan, hay algo que no está funcionando. The Asylum funciona con esa premisa: no le importa la calidad porque ellos no venden calidad. Venden un cine que muchas veces no puede ni ser clasificado como cine de bajo presupuesto, y en ese lugar encontraron su negocio. A la gente le divierte ver basura, y ellos crearon un modelo de negocio donde producen basura que, siempre, les genera ganancias. Blumhouse y James Wan, por el contrario, te venden cine de terror, te venden sustos, propuestas serias en su concepción. El tema es que no siempre logran tener ese nivel de calidad que ellos mismos dicen crear.
Night Swim llega tras la unión entre Blumhouse y Atomic Monster, la productora -justamente- de James Wan. Estamos en una época donde todo se mide en números. Por suerte me tomé el esfuerzo de construir esta web para estar alejado de esos parámetros. Podés coincidir o no conmigo con la visión que tengo sobre las películas. A vos te puede gustar algo que a mí no me gustó, y viceversa. Pero acá tengo la libertad de, más allá de la cuestión de gustos, buscar la calidad en una película. Y no importa cuál sea tu criterio sobre la palabra “calidad”. Hay algunos que todavía vemos películas como una forma de vida, y los costos de producción, la taquilla, la cantidad de gente que la vio, todo eso que se define por cifras, redes, algoritmos y tendencias, nos importa poco y nada. Si la película nos gustó o no, depende de otras cosas. Y quizás me tilden de soñador, pero esa es mi visión sobre el cine y así disfruto del mismo.
Dejando de lado la cháchara, Night Swim se presenta con un fuerte componente de drama familiar. Una familia: padre, madre, y dos hijos. El padre fue un importante jugador de la MLB que por un problema físico tuvo que retirarse. Sin poder soltar su pasado ni aceptar lo que le viene en el futuro, junto a su familia se mudan a una casona con una pileta inmensa, la cual puede utilizar para su rehabilitación. Está claro que, luego de esta mudanza y con la pileta como protagonista, las cosas no van a salir tan bien como ellos esperaban.
Tener un objeto inanimado como villano principal siempre genera un desafío para el guionista o director: los protagonistas se tienen que acercar hacia ese lugar. En verano, una pileta se supone que es el centro de reunión para calmar el calor y, en caso de los más pequeños, divertirse un rato. Al ser una película que te va atrayendo lentamente, y el terror, el suspenso o la tensión no dependen de una dinámica intensa (como podría pasar en un slasher) sino más bien de algo pausado y calmo, toda la narrativa recae sobre los protagonistas. En ese aspecto, es donde justamente todo se aferra a ese mote de “drama familiar” y se hace mucho hincapié sobre todas las problemáticas que atraviesan los miembros de la familia tanto por la enfermedad del padre, como por lo que genera una mudanza a un nuevo barrio, con nuevos vecinos y una nueva escuela.
Bryce McGuire y Rod Blackhurst son dos directores y guionistas que hicieron varios cortometrajes juntos, entre los que se encuentra Night Swim de 2014, el corto en el que se basó esta película. Ambos escribieron juntos Night Swim de 2024, pero Bryce McGuire fue quien se sentó en la silla de director. En varias entrevistas, ambos comentaron que durante las primeras etapas de producción, entre ellos y los productores se hablaba mucho sobre el clásico The Shining, la emblemática película de Stanley Kubrick, protagonizada por Jack Nicholson y “basada” en el relato del maestro Stephen King. Si nos ponemos a pensar, Night Swim tiene una búsqueda algo similar, si somos buenos, a la película de Kubrick (de nuevo, siendo muy amables respecto a esa mirada, claro), aunque también me hace recordar, y mucho más, a otro clásico del cine de terror: The Amityville Horror. Incluso, si me apuran un poco, hasta tiene cosas de Poltergeist. Y siendo muy detallista, hasta tiene cosas de House (la película de 1985).
¿Esto significa algo? Claro que no. Siento que hay que bajar un poco la vara y ser concretos con esta película. Entiendo que The Shining haya sido la inspiración, pero estamos bastante lejos de dicho clásico. Años luz, podría decirse. Con la narrativa de Night Swim me pasa algo muy particular. Creo que los climas están bien logrados, pero muchas veces terminan cayendo en lo común, en el cliché, en eso que ya sabes que va a pasar porque lo viste mil veces en otras películas de terror. Como dije antes, el hecho de que el enemigo principal sea un bloque de cemento con agua dentro genera la necesidad de meter otros elementos que rodean la acción y que nos ayuden a lograr la atención necesaria. De lo contrario, y tal como pasa en esta película, vamos a ver a muchos personajes cayendo dentro de la pileta de formas bastantes cuestionables.
Y todo esto lleva al quiebre del verosímil. Ese momento donde ya los clichés no alcanzan y es necesario recurrir a algo que resulta ser extraordinario a lo que se venía contando para justificar ciertos hechos. Por decirlo de otra forma, durante una hora la película se encarga de hacer todo lo que dije antes: presentar a los personajes, sus problemáticas, va metiendo el misterio de a poco, pero al darse cuenta de que solo queda media hora de metraje, tiene que acelerar el ritmo, y ahí es donde se comienza a sentir que todo se pierde. Incluso en su propio discurso, el propio Wyatt Russell queda desdibujado. No está mal lo que hace, pero es poco creíble por el guión que lo empuja.
Night Swim termina siendo una película completamente irregular, sin alma, una de “casas encantadas por ente genérico” de las miles que hay por ahí y que vemos todo el tiempo. Termina siendo producto de los hechos casuales, de las justificaciones sin sustento, de la fantasía creativa para justificar un guión que no tiene mucho sentido. El final es, quizás, lo peor de todo. Porque así por lo bajo, dejan deslizar una “regla” que este ente propone, y se contradice con varias cosas que pasaron hasta ese momento. No podés romper tus propias reglas, sobre todo cuando las haces tácitas porque el -maldito- guión lo necesita.
Muchos te van a decir que Night Swim es una película que costó alrededor de 25 millones de dólares y recaudó en el primer fin de semana casi 40 millones a nivel mundial. Yo, en lo personal, te voy a decir que si tenés ganas de verla, lo hagas. Pero la vas a pasar mejor si le das play al cortometraje de 2014, que tampoco es una locura, pero resuelve todo en menos de 4 minutos y no se pierde en sandeces visuales.