Meg 2: The Trench (2023)

“Un resultado burdo”, sería quizás, la mejor definición de esta película. Porque incluso teniendo el nivel de producción que tiene, y teniendo en cuenta el éxito que tuvo su primera parte en cuanto a la recaudación, no busca mejorar la fórmula, sino hacerla más bizarra y exponencial. ¿Y acaso eso está mal? Si tenemos en cuenta que el cine es entretenimiento, Meg 2: The Trench entretiene. Es como tomar una pizca de la irreverencia de Rápido y Furioso, el verosímil de Sharknado, y una pizca de Jurassic World. Sí, el resultado es burdo, pero prefiero una película que cumple su objetivo porque esta es su búsqueda, a una película pretenciosa que por querer ser más de lo que puede ser, se queda a medio camino.
Cuando muchos me preguntan qué le veo de divertido a las películas de la productora The Asylum, por ejemplo, la respuesta es clara: sé lo que voy a ver. Cuando voy a ver una película de un tiburón fantasma, sé muy bien lo que estoy por ver. Y si hilamos fino, el factor “entretenimiento” nunca es igual para todos, porque lo que para unos puede ser malo o aburrido, para otros puede ser un medio para conectar, despejar la cabeza, reírse, o vaya uno a saber qué. El punto es que, sobre gustos, colores, y eso es algo que el director de esta película tiene bien en claro.
Meg 2: The Trench tiene a Jason Statham a la cabeza una vez más. Un actor que, si examinamos su carrera, tiene un montón de altibajos, pero que siempre logra sorprender por su carisma. Y acá se luce, como siempre. Incluso, se le da más lugar a la acción para que muestre sus habilidades físicas, que sigue manejando a la perfección como cuando empezó su carrera. También se lo ve más emocional, sin ser tan exagerado ese aspecto de líder de la manada, pero dejando en claro que siempre va a pensar en los suyos, aun cuando su vida esté en juego.
La primera parte estuvo dirigida por Jon Turteltaub, un director que a lo largo de su carrera se había centrado en la aventura (National Treasure, National Treasure: Book of Secrets, The Sorcerer’s Apprentice), el drama y el romance (While You Were Sleeping, Phenomenon, Instinct) o la comedia (3 Ninjas, Cool Runnings, The Kid). En esta segunda parte, el que toma la posta es Ben Wheatley, un gran director de películas de terror como Kill List, A Field in England o In the Earth. A diferencia de estás tres películas, que se cocinan a fuego lento y su fuerte es la narrativa y los climas que se generan, en Meg 2, Wheatley tira toda la carne al asador y plasma una dinámica realmente intensa, que no te da descanso en ningún momento. Para esto, como dije al principio, se vale de toda la irreverencia posible, consciente de lo que está haciendo, pero con un objetivo claro.
Si nos ponemos serios, no hay mucho para esperar de esta película. La intención al mirarla debería ser dejar las neuronas de lado y sumergirnos en una pileta de Monster con mucho azúcar para que nuestros nervios se aúnen en un estado lisérgico absoluto. ¿Recuerdan ese agujero que se generaba en ese manto marino de la primera parte, que permitía escapar al megalodón? Bueno, ahora el tamaño es 10 veces más grande. Y es que, en realidad, todo lo que vemos en la película es 10 veces más grande: las escenas de acción, los monstruos marinos, la irreverencia de las situaciones, la incongruencia del guion. Si me dicen que van a hacer una Meg 3, donde Statham tiene que lucha contra un tiburón de 3 cabezas en el espacio, sería completamente creíble.
Y luego de leer estas líneas, quizás estés pensando que esta película no es para vos. Si esperabas otra cosa, seguramente no lo sea. Pero lo que hace muy bien el director, como dije antes, es ser plenamente consciente de lo que tiene entre manos y, con eso a la vista, crear la mejor diversión posible. Ben Wheatley no quiere dar ningún mensaje. No quiere que vayas al cine a pensar, a razonar. Solo quiere que estés ahí, con el balde de pochoclos más grande, disfrutando tu gaseosa, mientras no despegas los ojos de la pantalla porque todo ocurre tan rápido, que cuando te quieras dar cuenta ya habrá terminado la película.
Meg 2: The Trench invita a separar lo “bueno” de lo “entretenido”. Porque incluso siendo dos palabras completamente subjetivas, no tiene porqué ir de la mano. Tomemos la historia, por ejemplo. De entrada, sabemos qué personajes van a morir y cuáles no, está implícito en el lugar que les da el propio guion. Sabemos de entrada, también, quién es el personaje traidor. El enemigo de turno (sacando a los asesinos marinos, claro), tiene una construcción pésima, y no supone ni el más mínimo obstáculo para nuestro protagonista. Los monstruos marinos, en general, y más allá de alguna que otra escena con tintes épicos, parecen ser más una excusa del guion para poner en aprietos a nuestros personajes, que realmente una amenaza de la que nuestros personajes deben escapar. De repente, todos son grandes luchadores, grandes nadadores, se convierten, de a poco, en invencibles.
Si te gusta lo irreverente, lo absurdo, lo bizarro, la acción desmedida, los bicharracos gigantes y toda la adrenalina que esto genera, este es tu lugar. Meg 2 es, a mi gusto y parecer, una propuesta mucho más contundente que la primera parte, justamente porque se hace cargo de lo que es y apuesta a darlo todo con los recursos que tiene. Tiene unos efectos especiales muy bien conseguidos, un diseño de producción muy bien utilizado y actores que, en su gran mayoría, cumplen su trabajo de forma correcta. Lo mejor de todo, es la dinámica que maneja y como te lleva de una situación a otra sin pisar el freno.