La magia está en los detalles, siempre. Pasa en las películas, pasa en la vida real. Detalles, verosímil, narrativa. Se necesita un buen gusto particular para congeniar con estas sensaciones. No es necesario ser Martin Scorsese, David Lynch o Alfred Hitchcock para hacer una buena película. No todos tienen la misma sensibilidad, la misma impronta o visión sobre el cine. Pero, a veces, cuidando un par de aristas, se puede llegar a hacer un producto sólido, convincente. Cuidado. Todo lo contrario a lo que pasa con Madame Web.

Su directora es S.J. Clarkson, quien no tiene un gran prontuario detrás más que haber dirigido un solo capítulo de algunas series conocidas como Succession, Jessica Jones, Orange Is the New Black, Bates Motel o House M.D., entre otros. En el guión encontramos a Matt Sazama y Burk Sharpless (Morbius, Dracula Untold, Gods of Egypt), junto a Claire Parker y Kerem Sanga (quienes no tienen nada interesante sobre su espalda). Además, la propia directora metió mano en este guión que también dirige y que, de entrada, les cuento que poco tiene que ver con el cómic original, al menos en los datos más interesantes.

Madame Web (2024) | Dirección: S.J. Clarkson

Es normal que una película basada en cómics o en novelas gráficas se tome sus libertades creativas, sobre todo cuando estamos hablando de una película de orígenes. Son distintos formatos, distintas premisas narrativas, y comunican de una forma diferente. Hasta ahí, estamos bien. En el caso de Madame Web, como primera instancia, se toman muchas libertades creativas -justamente- sobre el personaje de Madame Web, su origen y sobre todo, su presente. De la misma forma, esas libertades se extienden también hacia el origen del enemigo principal. Además, cambian la línea temporal de las Spider-Woman (además de retocar un poco su origen), y así podría seguir enumerando varias cosas. Pero está bien, no se preocupen, no me voy a meter en ese análisis. Voy a dejar de lado las comparaciones con el producto original tal como lo hice con el MCU y la gran mayoría de películas que son adaptaciones de algo más. Aun así, poniendo toda mi buena voluntad, la película da pena. Pero aún más pena me da ver cómo una caja de pandora que se dedica a crear películas le da tan poca importancia a los detalles. Madame Web es otra de esas tantas producciones hechas sin el más mínimo amor.

La primera escena funciona un poco como la muestra gratis de perfume que te solían dar en los shopping. Si te gusta el aroma, comprabas el perfume. Aquí funciona como un aviso, del estilo “si te querés ir ya mismo del cine, podés hacerlo, yo te estoy avisando”. Primero vemos algunos diálogos confusos, luego, unos hombres con poderes extraordinarios que son impulsados por las ramas de unos árboles con unos arneses muy mal empleados para luego convertirse en unos muñecos en CGI que desafían la física y el buen gusto. Para cerrar, uno de estos hombres superpoderosos habla con la actriz de turno, y el audio no coincide con el movimiento de sus labios. Este temita de las voces en off va a perdurar durante toda la película. ¿Te parece poco todo esto, en menos de diez minutos? Eso es porque todavía no viste algo que comienza en la escena siguiente y se mantiene durante toda la película: las pocas ganas de actuar que tiene Dakota Johnson.

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Creo que la palabra que busco es “vagancia”. La vagancia con la que está redactado este guión es sorprendente. Y no voy a entrar tampoco en esas excusas de “lo que se filmó no era el guión original”, “esto no es lo que originalmente se había pensado”: la gente paga por ver una película y lo que absorbe es el resultado, es lo que se manda a las salas de cine, lo que se estrena. Si fue culpa de la directora, de la productora o de quien fuese, es otro tema. Yo quiero ver una película sin tener que justificarla. Por eso, este concepto que abraza la notoria falta de ganas de escribir lo podemos apreciar ya a los 10 minutos de película, por ejemplo, cuando de la forma menos sutil posible introducen el concepto de la clarividencia. Y no tiene nada que ver con que conozca o no la historia del cómic. Esto es como esas películas donde el villano le explica todo su plan maestro a sus víctimas solo para que se entienda lo que está ocurriendo. Quizás no sea vagancia la palabra. Quizás sea “desidia”.

Si me pidieran describir esta película en pocas palabras, diría que es Destino Final con superhéroes. ¿Superhéroes dije? Me disculpo (y en un rato les cuento por qué). En fin, el tema es que Destino Final era, al menos, divertida. Madame Web te explica y te vuelve a explicar las cosas varias veces por si no entendiste. Que lo haga Primer (Shane Carruth, 2004), Pi (Darren Aronofsky, 1998), Inland Empire (2006) o Eraserhead (1977), del gran David Lynch, o incluso El topo (Alejandro Jodorowsky, 1970), se entiende, porque son películas complejas, ya sea por sus ideas, sus propuestas o sus narrativas. Pero Madame Web tiene un guión que se puede catalogar como el ABC de la escritura, el 1+1 de las matemáticas, las hamburguesas en caja de la cocina rápida. El Fernet con Coca-Cola de un festival de cuarteto en Córdoba, Argentina.

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Y no hay que ilusionarse, acá no hay cuentos de hadas ni finales felices: la película no mejora en ningún momento. Si todavía seguís en la sala de cine (o mirándola donde sea que la estés mirando) tengo la responsabilidad de decirte que este jueguito de explicar lo que ya está en claro, lo van a seguir haciendo. Van a seguir utilizando recursos baratos para hacernos entender cuáles son los poderes de nuestra protagonista. ¿Tendrán algo que ver con su madre? Oh, qué sorpresa, qué gran manejo del suspenso. Dejando las ironías de lado, la película sigue subestimando con gran alevosía la inteligencia del espectador.

En la vagancia/desidia a la hora de conectar puntos de este gran guión, aparece una herramienta narrativa mágica: el acceso a un sistema que está conectado a todas las cámaras y teléfonos necesarios para rastrear todo lo que el guión necesite. De las cientos de llamadas telefónicas que se hacen a la policía, nuestra hacker de turno solo escucha una que la ayuda a localizar a nuestras tres Spider-Woman de turno. De verdad, yo no pretendo que el guión se pueda comparar con la obra de Mario Puzo y Francis Ford Coppola cuando hicieron El Padrino (1972), pero al menos que respete al espectador. Que no subestime a quien está del otro lado de la pantalla. Y lo que fui describiendo arriba es solo una pequeña porción de todos los recursos paupérrimos que toma el guión para ir explicando lo que pasa.

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¿Venías a ver una película de superhéroes? Pensalo dos veces. Las Spider-Woman aparecen con sus trajes y sus poderes (por así decirlo) unos 10 segundos durante toda la película, mientras que Madame Web aparece como Madame Web unos 2 segundos. El resto de la película es una sucesión de escenas donde un enemigo completamente olvidable persigue a un grupo de mujeres que siempre están escapando, un paso por delante. Estructuralmente es todo muy confuso, no hay grandes momentos, no hay epicidad, no hay ni siquiera heroísmo más que el predecible y acartonado comportar de Dakota Johnson, que además de su precoz habilidad adquirida, podríamos decir que es muy buena conduciendo ambulancias. Que, claro, podría servir para la película de Michael Bay con Jake Gyllenhaal, ¿no?

No hay que dejarnos engañar. Madame Web hace ver a Morbius como si fuese Aliens o Terminator 2: Judgement Day. Madame Web hace ver a The Marvels como si fuese Volver al Futuro. Si nos ponemos a pensar, y por solo ponerla de ejemplo, Spider-Man: No Way Home también tiene un guión medio tirado de los pelos. El tipo que ve millones de futuros posibles dejando que un niño irresponsable lo interrumpa mientras hace un hechizo catastrófico; el mejor amigo de Spider-Man abriendo portales que solo unos pocos elegidos con entrenamientos milenarios pueden lograr… en fin, el guión en general hace agua por todos lados, pero se sustenta por lo que realmente fuimos a ver: enemigos de otras películas, varios Spider-Man juntos como en el meme, efectos especiales impresionantes, momentos emotivos y algunas actuaciones que son realmente para aplaudir de pie. Madame Web es, justamente, todo lo contrario. Tiene un guión mucho peor, pero no tiene ni la contundencia de sus personajes, ni buenos efectos especiales ni mucho menos buenas actuaciones.

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En fin, otro fracaso en el mundo de los superhéroes. Una película forzada, un villano sin motivaciones concisas, una historia sin pies ni cabeza, personajes sin desarrollo, no encuentra su ritmo, no tiene una búsqueda concreta, tiene diálogos absurdos, no hay nada que la salve del abismo. Me gustaría decir que vine por la trama, y ahí mismo hablar de Sydney Sweeney, pero ni eso. La actuación de la rubia del momento es correcta, como la de Celeste O’Connor e Isabela Merced, que conforman un grupo de tres Spider-Woman que me hubiera gustado ver en acción. Adam Scott y Emma Roberts (Ben Parker y Mary Parker) son dos actores de renombre pero apenas pueden lucirse, no solo por el poco tiempo en pantalla sino por los diálogos que les escribieron. Por último, tenemos al peor actor de la película: Tahar Rahim como Ezekiel Sims, el villano de turno, que logra entregar una personificación aún más aburrida que la de Dakota Johnson.

Esperemos que Sony siga poniendo su creatividad en la animación.

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