La inmaculada. La virgen María. Inmaculado es sinónimo de pureza. Es algo pulcro, impoluto. Tiene que ver con la ausencia de maldad, de un lado oscuro. Teniendo en cuenta que estamos frente a una película de carácter religioso, y sabiendo la mirada que tiene históricamente la iglesia por sobre las diferentes razas y rasgos, no es para nada errado pensar que Sydney Sweeney es perfecta para este papel, porque su belleza y aspecto físico representan a la perfección lo que “inmaculada” significa para la mirada creyente. Obviamente, no pequemos de ingenuos, la fama y popularidad de la actriz la ponen en la cima de las listas de los productores, pero si hablamos puntualmente de Immaculate (2024) el trabajo de seleccionarla como protagonista fue, como dije antes, perfecto. Su mirada, su tono de piel, su color de ojos. “Un ángel”, como le dicen al comienzo de la película.

Podrán pensar que hay un exceso de opinión personal en este primer párrafo, pero sepan que no es así. El haber ido a un colegio católico, y tener muchos familiares que practican dicha religión con hipócrita alevosía, me permite conocer algunos puntos de vista. Obviamente creo que Sydney Sweeney es de lo más hermoso que existe, sería yo también un hipócrita si dijera lo contrario, pero este análisis no se trata de eso. Realmente hay una búsqueda muy particular en el hecho de que ella sea la protagonista. No hice mención en vano de su tono de piel y del color de sus ojos y, sobre todo, de lo angelical e inocente que puede resultar su mirada en esta película. El título Immaculate le calza a la perfección, y si somos conscientes de la pureza que todo esto representa, y sabiendo que estamos frente a una película de terror, es mucho más efectivo generar contraste desde ese blanco impoluto hacia toda la oscuridad que nos pueda regalar este exponente, y seguramente allí resida la magia. 

Immaculate (2024) | Dirección: Michael Mohan

Y en ese mismo contraste se suelen sustentar la gran mayoría de las películas con bases religiosas. Es como el claroscuro, el barroco mismo, la luz y la sombra. En algo tan blanco, lo negro genera un contraste único y encantador, desde el punto de vista del género del terror. Es casi mandatorio, que en estos contextos de monjas, curas, conventos, iglesias y creyentes, el mal irrumpa de cualquier forma y en cualquier lugar. Es como que todo lo que existe dentro de estos lugares comunes nos prepara casi instintivamente para el horror. La noche, el silencio, la soledad, las reglas, las miradas, las costumbres, los rezos, las túnicas.

No hay mejor lugar para plantear un buen clima de terror que en esos ambientes donde nada malo puede pasar porque supuestamente Dios te protege de todo mal.

Michael Mohan es el director de esta película y no le importa mostrar una crudeza dura, tácita y extremadamente visual. Antes de Immaculate, dirigió unos capítulos de la serie Everything Sucks! (donde Sydney Sweeney participó) y la película The Voyeurs (2021) donde Sydney es protagonista junto a Justice Smith. El guión está a cargo de Andrew Lobel, en lo que supone su primer largometraje. Ambos se encargan de darle un tono oscuro, desolador y completamente cansino a esta película, pero con una búsqueda muy particular y original a pesar de tocar algunos tropos ya recurrentes. No puedo decir que sea la primera vez que se tratan estos temas en pantalla (al menos de forma conceptual), pero sí puedo afirmar que es de las pocas veces que se trata de esta forma y, sobre todo, se aborda desde un lugar tan perverso y sin reparo alguno. 

Otra review donde las creencias religiosas generan polémica en los personajes protagonistas: The Antichrist (L’anticristo – 1974)

La creación de los climas y los ambientes para contagiar tensión y desesperación están impecablemente logrados. El silencio, la oscuridad, la luz de una vela, la inmensidad del convento, el crujir de las puertas, lo expuesto de cada personaje frente a una sensación inmensa de sentirse desprotegidas. Esto, con el paso de los minutos, se hace cada vez más intenso, y nos atrapa cada vez más gracias a una inmersión muy particular de la narrativa. Sabemos que algo está pasando, pero no sabemos hacía dónde va a explotar. Incluso cuando algunas cosas se van aclarando, las nuevas dudas que se plantean siguen sin tener una dirección clara. Esto hace que, en todo momento, la duda juegue con nuestra mente y potencie esos climas de terror. La actuación de Sydney Sweeney acompaña a la perfección, y vuelve a mostrar una vez más (como ya lo dije en la reseña de Anyone But You) que estamos frente a una muy buena actriz, que no solo sabe lo que hace, sino que sabe muy bien qué papeles elige hacer.

En tiempos más lejanos, hacer una película que de alguna forma critique a la iglesia generaba polémica. Los sectores más extremos levantaban la voz y tanto la gente como la crítica miraban de lejos con cuidado, porque antes la iglesia tenía mucho más poder y mucho más respeto. En los tiempos que corren, una película de tintes religiosos que exponga a sus propias creencias es algo que el público festeja, porque la libertad a la hora de elegir caminos a seguir hizo que muchas generaciones rompan con los mandatos sociales. The Exorcist (1973) y The Omen (1976) son, quizás, las más aclamadas en este sentido, y salieron en una década que supuso un quiebre por sobre estos temas, como expliqué en el reciente análisis de Late Night with the Devil (2024). Pero en los últimos tiempos salieron varios exponentes que disfrutaron de exponer el costado más oscuro de las creencias religiosas, como Saint Maud (2019), Red State (2011), The Sacrament (2013), Apostle (2018), Mother! (2017) y tantas otras. Juegan con la idea de la fe ciega.

Algo que en tiempos más puristas provocaba miedo y rechazo, en los tiempos que corren provoca morbo e interés. ¿Hasta cuándo íbamos a seguir negando la cantidad de atrocidades que la iglesia hizo en nombre de Dios?

Otra review donde las creencias religiosas no llevan a la protagonista a buen puerto: The Exorcism of Emily Rose (2005)

Lamentablemente, el final se desdibuja por inclinar la balanza hacia el impacto visual y no hacia la narrativa. Elige beber del extremismo francés, por así decirlo, y cambiar el rumbo de lo que venía contando. Rompe el verosímil que venía manejando de forma innecesaria con ciertos detalles, solo para crear una escena llegando al final que se podría haber hecho de una forma mucho más coherente con toda la propuesta. Esta apuesta por el impacto visual convierte a este último tramo de metraje en algo bastante predecible. Sabés qué va a pasar a cada momento, e incluso qué va a suceder hacia el final de la escena. El factor sorpresa se ve un poco vapuleado por esta decisión que si la analizamos desde el todo, no tiene ni pies ni cabeza.

Es como si un sábado por la noche mientras estamos viendo The Devils (1971) de Ken Russell por el canal I.Sat, se corté la luz, vuelva al instante, pero la televisión se prenda en en canal Space y veamos el acto final de Frontière(s) de Xavier Gens. Ambas películas son buenas, pero tienen búsquedas diferentes, intenciones diferentes, y no conectan en su cometido. Eso mismo pasa entre los dos primeros actos de esta historia, y su acto final.

Otra review donde si no crees en Dios, prácticamente te morís y te come el coco malo: The Remaining (2014)

Immaculate deja un extraño sabor a boca. Hace muchas cosas bien, tiene muy buenas ideas, grandes climas, un muy buen manejo del suspenso y algunas imágenes realmente perturbadoras, pero en el tercer acto pierde el criterio con el que venía tomando forma. Todo lo planteado se deja de lado, al menos en cuanto a los personajes y situaciones extrañas. ¿Dónde quedó todo lo que venías construyendo? El problema con apostar al impacto es que si vas dejando ciertos rastros que los espectadores pueden seguir como para predecir lo que está por venir, algo mal hay en el recorrido. El impacto puede llegar a ser más importante que la narrativa cuando es algo que no se ve venir, y en mi opinión, es algo muy difícil de lograr. El impacto tiene que ser el resultado de una búsqueda, sino termina teniendo el mismo lugar insulso que un jumpscare, conceptualmente hablando.

El combo “narrativa, impacto y causalidad” muy pocas películas logran llevarlo a cabo. Es decir: el impacto es causal de la narrativa que se viene desarrollando, es algo que no se ve venir pero que al mismo tiempo tiene un completo sentido y coherencia con un hilo conductor sólido. ¿Un ejemplo perfecto? Martyrs (2008) de Pascal Laugier. Immaculate, por su parte, intenta ir por ese camino pero no tiene lo suficiente. Termina siendo una película correcta que tropieza hacia el final, aunque se agradece ver cómo este tipo de directores noveles se arriesgan a salir de las estructuras básicas que van a lo seguro.

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