El cine italiano merece un apartado propio, porque hay mucha tela para cortar al respecto. Tiene su propia impronta, y muchas veces ha sucumbido frente a sus propias creencias por jugar a ser Hollywood, en un modo muy irónico. Tiene a su icónico director, Dario Argento, pero también hubo otros tantos que nos regalaron muchas películas que hoy en día se consideran clásicos de culto, como Mario y Lamberto Bava, Ruggero Deodato, Lucio Fulci, Umberto Lenzi o Sergio Martino, entre otros. En el caso de Demons, cuyo título original es Dèmoni, está dirigida por Lamberto Bava, y producida por Dario Argento. Además, los dos también estuvieron escribiendo el guion.

Demons tiene toda esa impronta del cine de terror italiano de aquella época, y mucho del bizarro americano del estilo Evil Dead. No estoy diciendo que se hayan “copiado de”, o que se hayan “inspirado en”, pero a veces se la siente como a una parodia del cine americano más barato. Demons es un clásico, que más allá de esa belleza ochentera que se respira todo el tiempo durante el metraje, permite un análisis fuerte. Quizás no tanto desde la historia, la narrativa o interpelando qué es lo que intenta comunicar, sino más bien desde su construcción. O, mejor dicho, su no-construcción.

Demons (Dèmoni – 1985) | Dirigida por Lamberto Bava.

Para empezar, hay que remarcar que la película tiene temas de bandas como Mötley Crüe, Scorpions y Billy Idol, entre otros grupos reconocidos. Y hago mención de esto para denotar que había una intencionalidad en que la película sea pretenciosa. A diferencias de otras películas de la época, el terror era terror puro, sin toques de comedia. Lo absurdo se apoderaba de las escenas desde un trasfondo diferente, mucho más cercano a lo bizarro. Existe como un diálogo entre el director y el espectador, donde el primero dice “yo sé que esto está mal hecho“, y el espectador responde “y yo entiendo que es totalmente adrede“. O bueno, al menos quienes pensamos que esta película es genial y no basura en estado puro.

La historia nos cuenta sobre un hombre con la cara quemada, al parecer, que utiliza una mascara de metal y va por los pasillos del subterráneo repartiendo boletos para el cine. Un grupo variado de personajes acude a esta función que se brindaba, al parecer, de forma gratuita. Dentro del cine, y como parte de su decoración, se encuentra un maniquí vestido de samurái sobre una moto de carrera, con una espada en una mano y una máscara en la otra. La máscara, de metal, tiene un gran parecido con las máscaras oni japonesas.

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Un personaje de los tantos que aparecen, se prueba la máscara, y se hace un pequeño corte. Todo queda ahí. Entran al cine, se sientan todos en las butacas, y comienza la película. Mientras tanto, muchas parejas se empiezan a besar, como si fuese el único objetivo para ir a un cine. Incluso, hay un hombre ciego entre los espectadores, que tiene una acompañante que le va contando la película. De repente, aparece un hombre, se sienta al lado de la chica y se comienzan a besar. Cambia la escena y estos dos tortolitos se fueron hacia el fondo del cine para tener más intimidad, dejando solo al ciego, que comienza a gritar desesperado.

En la película que se está emitiendo en el cine, se ve a un grupo de amigos que llegan a un sitio abandonado a explorar. Encuentran una tumba, la abren, y adentro había un libro y una máscara. Uno de los personajes se prueba la mascara y también se hace un corte. A los minutos, se convierte en un demonio y comienza a asesinar a sus compañeros. Obviamente, en “la vida real” comienza a pasar lo mismo que en la película, y el personaje que se había probado la mascara y se había cortado el rostro, también se convierte en demonio desatando el terror.

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No suelo contar las historias de las películas de esta forma, pero en este caso siento que es necesario para que se entienda mejor el nivel de irreverencia y situaciones sin sentido. Incluso hay algo en cierto momento que parecería un “product placement”, pero no lo es. Un grupo de personajes, que, para variar, aparece de la nada misma a la mitad de la película, van consumiendo cocaína con un sorbete desde una lata de Coca Cola. Al principio solo vemos la lata, y pensamos que podría ser publicidad, pero a los segundos cuando “esnifan” desde el sorbete, se entiende perfectamente la ironía, de catalogar a la Coca Cola como una droga. Seguramente Lamberto Bava probó el Fernet. Y lo bien que hizo.

En fin, creo que Demons es un combo redondo. Es una película ostentosa, que sabe rellenarse a sí misma con terror del clásico, mostrando mucho monstruo, mucha sangre, algo de gore, y un nivel de violencia acotado y breve, pero complementario a todo lo que se quiere mostrar. Las escenas sin sentido, los errores de continuidad, lo absurdo, todos esos condimentos que en otra película serían completamente negativos, en este caso son parte de la magia que tenían estos directores a la hora de filmar. La época lo permitía, había una libertad implícita para hacer este tipo de productos y que trasciendan. Entenderlo de otra forma sería como pedirle seriedad a Stuart Gordón, por ejemplo.

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Así como David Cronenberg tiene un estilo muy marcado en su forma de hacer cine, esta década se permitió hacer lo mismo. Si era algo consciente o no, será motivo de otro análisis. Lo cierto es que esa magia de la que siempre hablo está presenta, y es la causa de que estás películas que para muchos pueden ser basura, a otros nos parezcan genialidades.

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