Cuckoo

El terror es un género impredecible, como también lo es Cuckoo (Tilman Singer, 2024). Si bien el género tuvo sus años fuertes, su época de oro, caídas y momentos breves de gloria, me cuesta mucho pensar al terror como un género menor. Lo que en algún momento críticos y realizadores subestimaban, hoy es uno de los géneros que más lleva gente a los cines. Lo que antes era de nicho, hoy se volvió popular, y con esa misma premura, la cantidad de exponentes creció de forma abismal y como todo lo que se torna popular, llega a ojos de aquellos que no crecieron entrenando sus ojos para estos vericuetos. Y no digo que una cosa esté bien y la otra mal, todo lo contrario. A lo que apunto es que para quienes portan esos ojos vírgenes del terror más visceral, la vara para medir resultados será completamente distinta a quien, quizás, llenó sus días con gente como Dario Argento, John Carpenter, Wes Craven, David Cronenberg, Joe Dante, Stuart Gordon, Tobe Hooper, Hideo Nakata, Roman Polanski, Sam Raimi, George A. Romero, Takashi Shimizu, Rob Zombie, entre tantos otros.

Como todo, es una cuestión de hábitos y costumbres. De gustos simplemente. De estar preparado. A veces, las películas que se anuncian como “las más aterradoras de todos los tiempos” terminan siendo olvidadas en una semana, algo que a mi humilde entender es un síndrome muy de “la era Netflix. Otras veces, el cine de medianoche, ese que suele pasar desapercibido para las grandes masas, nos regala joyas absurdas y estridentes que, sin quererlo, se vuelven de culto. Cuckoo se mueve entre estos dos extremos: es una experiencia sensorialmente desquiciada, incoherente por donde se la mire y visualmente perturbadora con grandes climas. Está claro que no es la revolución del horror moderno, y lejos, muy lejos está de ser algo de culto, pero tiene un as bajo la manga que a pesar de todos los errores que comete siempre se mantiene en alto: la narrativa. El resto es tan ambiguo que se vuelve completamente debatible.

La trama sigue a Gretchen (Hunter Schafer), una joven estadounidense que, para su desgracia, es arrastrada por su padre, su nueva esposa y su hermanastra a un misterioso resort en los Alpes alemanes. Desde el principio, algo no cuadra con el siniestro dueño del lugar, Herr König (Dan Stevens), quien muestra un inquietante interés en su hermanastra muda. Mientras tanto, Gretchen empieza a notar extraños sonidos y figuras en la oscuridad. Todo esto se adosa a unos primeros minutos bastante inciertos, donde se nos presentan algunas reglas de este universo, pero que no quedan del todo claras. Lo que sí sucede, en contraparte, es que nada se siente seguro. Hay una tensión palpable en cada fotograma de la película que te hace dudar constantemente de todo. El personaje de Dan Stevens no necesita construcción, ya que de entrada la película nos hace saber que algo malo hay con él, y con todo lo que lo rodea.

Pero este paradigma de dar a entender algunas cosas y otras no, se convierte en una constante que el director va a tomar como premisa. Tilman Singer no se preocupa demasiado por la coherencia argumental, como a quien solo le importa el destino y no tanto el camino recorrido. Por ende, Cuckoo no tiene problemas en lanzar teorías sobre manipulación genética, experimentos macabros y maternidades imposibles y obsesivas sin molestarse en explicarlas del todo. Tira información que sabe que no va a llegar hacia ningún lugar no tanto por impericia, sino como una búsqueda incongruente, como si de cine experimental estuviésemos hablando. Esto llega a ser sumamente confuso en muchos momentos, porque la película no actúa de esa manera, sino que intenta mostrarse de forma estructurada. Acá, como suele pasar, todo se convierte en una cuestión de gustos. Estas formas nos pueden alejar de la propuesta, o aceptar el verosímil (o la falta de) y disfrutarla como si fuese una pintura, donde solo vemos el resultado final y nos separamos del autor de forma abstracta por no tener el sustento necesario.

Otra review de uno de los mejores exponentes de 2024, que a pesar de tener las cosas muy claras, es compleja de catalogar y analizar: The Substance (2024)

Entre todo este embrollo emocional, uno de los puntos más fuertes de Cuckoo es su estilo visual y la forma en que se lo representa. El diseño de producción juega con una estética atemporal, combinando teléfonos de disco con audífonos modernos, y logrando que el hotel donde ocurre todo, así como las cabañas donde viven los personajes, se sientan como un amalgama entre el limbo y el purgatorio, completamente fuera de una época reconocible. La cinematografía se absorbe pálida y gris, al mismo tiempo que elegante y evocadora, mientras que la banda sonora de sintetizadores ochentosos refuerza la sensación de estar viendo un sueño denso y retorcido de Anne Rice musicalizado por New Order, Depeche Mode y Erasure en un sombrío disco instrumental.

Un punto difícil de analizar recae en el personaje de Dan Stevens, como anteriormente destacamos. Me gusta lo que hizo en The Guest (Adam Wingard, 2014) y en Apostle (Gareth Evans, 2018), pero lejos estoy de tenerlo en mi concepto de lo que es un buen actor. Lo he visto siempre demasiado irregular, difícil de catalogar o de pensar un personaje determinado para su impronta gestual y representativa. En este caso, su interpretación de König resulta ser tan teatral, tan exagerada y tan siniestramente transparente por momentos, que aunque no parezca, termina haciendo juego con la búsqueda incoherente de la película. En general, las actuaciones de todos tienen su propio peso, de una forma muy extraña, casi presos de la mera causalidad. En esta película, lo que imaginamos no termina siendo lo tangible, y la forma violenta que tiene para irse por las ramas, es lo que termina dándole a cada personaje la posibilidad de plantarse en diferentes tonos interpretativos sin quedar fuera de lugar

Otra review de una película que no se define en ningún momento, que vende algo que no es y que termina mostrando una arista que no se explora en ningún momento del metraje: La mesita del comedor (2023)

Es difícil catalogar Cuckoo, incluso se me hace complejo entender si realmente me gustó o me dejó un amargo sabor en la boca. Tiene algunas cosas interesantes, como ese tímido y vacilante intento de body horror, así como también algunas ideas que podrían estar sacadas de la mente del Dr. Moreau (The Island of Dr. Moreau, 1977) o del doctor Howard Howe (interpretado por Michael Parks en la película Tusk, de Kevin Smith). Pero si seguimos la búsqueda de su director, y nos quedamos sólo con el resultado de esta película, el verdadero corazón de Cuckoo está en lo que conocemos como “cine de medianoche. Es esa clase de película que funciona mejor en una función del BARS (Buenos Aires Rojo Sangre), llena de fanáticos del género con ganas de reírse y disfrutar de la presencia de sus amigos, aplaudiendo el absurdo y la exageración cinematográfica. 

El problema de Cuckoo -entonces- es que se toma demasiado en serio a sí misma mientras te propone no tomarla de forma seria con todos los recursos que tiene a mano. No sabe si quiere ser una película de terror autoconsciente o una locura incongruente, porque incluso su final parece improvisado en la marcha. Evil Dead, por ejemplo, deja bien en claro su cometido desde un principio. Y no, por favor, sepan leer entre líneas: no estoy comparando a ambas películas, sino a cómo se presentan frente al público, de forma clara y rotunda. Lo mismo podría decirse de The Taking of Deborah Logan (Adam Robitel, 2014), Zombieland (Ruben Fleischer, 2009) o Possessor (Brandon Cronenberg, 2020), tres películas completamente diferentes pero que dejan bien en claro su búsqueda desde un principio. Marcan su tono, sus reglas y construyen sobre una base sólida. Cuckoo hace, justamente, todo lo contrario.

Otra review de una película que teniendo todo en claro, sabe bien cómo mostrar cada una de sus ideas para llegar a un final sorprendente a pesar de toda su incoherencia narrativa: La noche del virgen (2016)

Sin embargo, como dije en un principio, tiene una narrativa formidable. Sí, parece irónico lo que digo pero, como parte de todo este caos, la forma en la que el director cuenta las cosas es realmente genial, porque logra generar climas, logra generar algunos momentos incómodos, e incluso logra generar atención por sobre una historia que en ningún momento es completamente coherente. Por eso mismo digo que mirar el plano general de la película, tal como el director propone, me resulta un error: lo mejor de esta película es ese análisis que tu cerebro hace cuando termina, teniendo en cuenta todos los aspectos que la componen y siendo uno mismo consciente de cada una de esas aristas. A Cuckoo se la ha puesto en la bolsa del “terror elevado”, incluso como si fuese parte de las propuestas que A24 suele ofrecer. Pero lejos está de todo eso, por eso mismo hice toda la introducción que hice en esta reseña. El terror es un género que se ve actualmente saturado de sustos fáciles y tramas recicladas, y en ese aspecto, esta películas es genuinamente extraña. Ni buena, ni mala, ni mejor, ni peor. Simplemente diferente, y eso ya es mucho decir.

Bring Her Back (2025)

Captain America: Brave New World (2025)

Cuando acecha la maldad (2023)

Ghostbusters: Frozen Empire (2024)