Captain America: Brave New World

No les voy a mentir: me aburre hablar de Marvel. De Star Wars. De Disney en general. La dirección que estas producciones tomaron no es algo que comparta. Lejos de juzgar en esta postura la calidad de las obras, eso de tener que mirar 20 series, leer 32 arcos de comics, y haber visto 15 películas interconectadas para saber quiénes son dos personajes que aparecen durante 5 minutos en pantalla, la verdad que no va conmigo. Avengers: Endgame fue el quiebre. Hay un antes y un después, aunque estaría mintiendo al decir que antes de dicha culminación todo era perfecto. Iron Man 3, Thor: The Dark World, Black Panther, incluso Doctor Strange, son todas películas de relleno, de un mundo que podría seguir sin su existencia. Luego de Avengers: Endgame, todo fue en declive, y Captain America: Brave New World (Julius Onah, 2025) es parte de esa desidia.

Si uno lo piensa en frío, la película tenía su propio potencial. No solo era parte de una de las sagas más firmes del MCU, sino que tenía una protagonista que todos habían aprendido a amar, incluso en esa postura de aprender a aceptar su legado. Se le sumaba un actor de renombre como Harrison Ford, e incluso también contaba con la participación de otro querido actor de la industria: Giancarlo Esposito. El resultado no sólo se siente dispar e insípido, sino que nos demuestra una concreta forma de desperdiciar a grandes figuras. Nadie esperaba que Brave New World estuviese a la altura de Captain America: Civil War (Anthony Russo & Joe Russo, 2016) ni mucho menos de Captain America: The Winter Soldier (Anthony Russo & Joe Russo, 2014), pero lo que terminamos viendo fue una nueva forma en la que Marvel le falta el respeto a su propio legado.

¿El principal problema? La dirección. La turbulencia que tenían las películas de Marvel se vio reflejado, siempre, en la experiencia de sus directores. Es verdad que todos por algún lugar deben empezar, y si bien la historia del MCU nace como una apuesta a lo incierto, una vez conformado su peso específico, no supo ser regular. Los hermanos Russo llegaron desde un planteo estratégico. Había algo en su forma de filmar, en su dinámica y en su gusto por la comedia y el tratamiento de los personajes que convenció a las grandes cabezas dentro de Marvel. Esa experiencia no solo dejó una seguidilla de películas de superhéroes excelentes, sino que ahora, con el MCU en un pozo abrazando su peor momento, para las grandes apuestas Marvel los tuvo que volver a llamar. James Gunn con Guardians of the Galaxy o Taika Waititi con Thor: Ragnarok son grandes ejemplos de experiencia = éxito.

Julius Onah apenas tiene un par de películas en su haber, ninguna que demuestra las posibilidades que Captain America: Brave New World necesitaba interpelar. Lo más candente que logró hacer fue The Cloverfield Paradox (2018), que no es una mala película pero tampoco es relevante, ya que termina siendo bastante intrascendente para la saga Cloverfield y lejos estuvo de ser lo que fue 10 Cloverfield Lane (Dan Trachtenberg, 2016). Pero bueno, lo eligieron por algún motivo que seguramente desconozco, apostaron por él, y el resultado no es bueno. Las escenas de acción no tienen la fuerza necesaria, la trama de thriller político es bastante sosa y las motivaciones del villano de turno son extremadamente tiradas de los pelos. Sé que Marvel siempre tuvo un tema con esto de sus villanos, pero llega un momento que la repetitividad aburre a niveles cósmicos.

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Como dije antes, Captain America: Brave New World pretende ser un thriller político al nivel de The Winter Soldier, pero termina siendo un episodio extendido de la serie The Falcon and The Winter Soldier, sin la profundidad que tenía la trama de la serie, que tampoco era una locura, vale remarcar. Y como dije en un principio, la película viene con un manual de uso no tácito, que te obliga a recordar hechos y datos de películas como Eternals o The Incredible Hulk, te obliga a haber visto la serie de Falcon y, aún así, muchos de estos datos se sienten irrelevantes. Anthony Mackie tiene el carisma necesario para ponerse en los hombros la película, pero en este caso puntual, el guión lo deja completamente a la deriva, le juega completamente en contra. En lugar de mostrarnos su crecimiento como Capitán América, el personaje parece estancado, sin grandes motivaciones. Se intenta mostrar esto de que ser el Capitán América le queda grande, pero la forma de redimir este planteo parece insuficiente.

Y es que en la película no hay un conflicto que se sienta real, o algo puntual a lo que la película se aferre. El hecho de que Sam Wilson no crea tener lo que hace falta; el problema entre el villano, Thaddeus Ross y Red Hulk; la trama política tirada de los pelos; y las excusas para hacer que tenga sentido que frente a semejante amenaza no se haga presente ningún otro personaje, son una mixtura que va y viene sin focalizar en ningún punto en particular, diluyendo todo lo que intenta narrar y, por ende, quitándole todo la fuerza que necesita una historia donde el foco sería el crecimiento personal de un personaje normal, un ser humano normal, que tiene que llenar los zapatos del supersoldado más poderoso del mundo, aquél que pudo confrontar momentáneamente al mismísimo Thanos cuando el resto de los semidioses y otros personajes poderosos no pudieron. 

Captain America: Brave New World

Sam Wilson era uno de los personajes cómicos en las otras entregas. Si bien no lo hacía al nivel de Scott Lang o de Spider-Man, era una suerte de reposo cómico, sobre todo por ese carisma que mencioné anteriormente. Era el costado más distendido de Steve Rogers, e incluso el dúo que termina formando con Bucky Barnes termina siendo impecable. En Captain America: Brave New World se lo ve como apagado, serio, como si hubiese perdido esa chispa. Y no se siente como si fuese parte de la construcción del personaje, sino la tinta del propio guionista, que necesitaba ese lugar para posicionar a Joaquin Torres, el nuevo Falcon interpretado por el actor Danny Ramirez (The Falcon and the Winter Soldier, Top Gun: Maverick, Black Mirror). 

Les pido perdón por repetirme, pero lo que más me hace ruido de esta producción es el camino que podría haber tomado con todo lo que tenía entre manos, y el que tomó. Que Marvel tenga entre sus filas a Harrison Ford, Giancarlo Esposito y Tim Blake Nelson como antagonistas entre sí, que mencione a la Serpent Society, que haga aparecer nuevamente a The Leader, que presente a Red Hulk y haga mención del Adamantium, el metal que conforma el esqueleto y las garras del mismísimo Wolverine, es hablar con palabras mayores. Pero entre su director y sus cinco guionistas (sí, cinco personas para escribir esta película), se encargan de llevar todo a la mínima expresión y hacer que Captain America: Brave New World no solo esté lejísimos de todo lo que la precede, sino de colocarla entre lo más flojo de todo Marvel. Aún con sus fallas, aún con sus irreverencias y sus puntos flojos, Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings (Destin Daniel Cretton, 2021), Black Widow (Cate Shortland, 2021) e incluso Eternals (Chloé Zhao, 2021) tenían una mínima impronta, una personalidad, una búsqueda concreta que, a pesar de hacer agua, existía. Brave New World se siente, cómo mínimo, insulsa.

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La resolución, como si fuese un anuncio en algún evento de comics, deja la puerta abierta para lo que viene. Luego de haber tratado con el Adamantium, de mencionar a la isla de Tiamut, y de dar a entender que nuestro querido Sam Wilson va a formar a su propio grupo de superhéroes, todo se siente como los primeros escalones para la antesala de Avengers: Doomsday y Avengers: Secret Wars. El problema es que luego de ver la película, todo esto carece de emoción y relevancia. ¿Cómo me puede entusiasmar lo que viene si los primeros pasos están tan abajo? Avengers: Endgame fue un hito histórico en el cine de superhéroes por todo lo que estuvo formando anteriormente. Captain America: The First Avenger, Iron Man, The Incredible Hulk y The Avengers. Como dije, los primeros pasos fueron firmes. Sin embargo, ahora tenemos cosas como The Marvels, Ant-Man and the Wasp: Quantumania, o series Echo, Agatha All Along, Ms. Marvel, She-Hulk, todos exponentes que, a mi gusto y entender, no me dejan un buen sabor a boca y no alimentan, ni un poco, las expectativas para todo lo que viene.

La tarea de Anthony Russo y Joe Russo no es solo hacerce cargo de dos películas que van a suponer un nuevo quiebre en la cinematografía de superhéroes, sino que tienen una tarea mucho más compleja: salvar a Marvel del abismo oscuro en el que se encuentra.

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