Dado que el director Ángel Manuel Soto es de Puerto Rico, la película se permite jugar con todos los clichés de Hollywood establecidos en decenas de años de estigmatización, y con ese toque se permite también encontrar el lado cómico de la propuesta. De alguna forma, se siente como reírse de uno mismo, usurpando todos esos clichés espantosos y haciéndolos propios. Es como decir “entre latinos nos entendemos”. De la misma manera, la impronta cultural se siente muy marcada, desde las problemáticas hasta el comportamiento de toda la familia protagonista, que es mexicana. Acá, si bien el director es de Puerto Rico, el guionista Gareth Dunnet Alcocer es mexicano, así que todo queda en familia.

Al contrario de lo que solemos ver generalmente, queda bien en claro que el capitalismo es el villano en esta cinta, y los inmigrantes que se sienten parte de los EEUU son maltratados y subestimados solo por su origen o su apellido, sin importar lo que sean o lo que hayan logrado. Ahí es donde vemos una clara crítica social, a diferencia de otras propuestas de superhéroes que prefieren no meterse en ciertos temas o que los tocan de una forma bastante forzada. Al menos en Blue Beetle, todo lo que tiene que ver con las raíces, con la crítica y con la inmigración, tiene un peso contundente y está muy bien tratado. Pero hasta ahí llegamos.

Blue Beetle (2023) | Director: Ángel Manuel Soto

Dicho todo esto, entiendo que la película intenta que el fuerte cómico resida en toda la familia del protagonista, aferrándose a esa idiosincrasia del latino y sobre todo a sus raíces mexicanas, acentuando y exagerando ciertos comportamientos. Quizás eso que para muchos puede resultar gracioso, al menos a mí me quita mucho de contexto. No es la gracia dosificada de Ant-Man o comicidad perfecta de Guardians of the Galaxy. Acá todo es exagerado, sobreactuado y demasiado presente. Se convierte, por solo hacer una comparación, en el niño protagonista de The Babadook. Su comportamiento se justifica para dar contexto a lo que vive la madre, pero se termina convirtiendo en algo simplemente intolerable. Aquí, pasa lo mismo, y se siente como una falta de equilibrio. A veces, menos es más. Si el chiste es bueno, me voy a reír, no necesito que me grites en la cara mil veces para entender que estás haciendo un chiste. 

Blue Beetle apunta a un público joven y adolescente. Se nota en su dialéctica. Todo lo que pasa es conveniente, un suceso solo ocurre por coincidencia de otro, y en el medio, explotan las casualidades. Como por ejemplo, el tío del protagonista, que de repente es un científico e ingeniero que sabe construir aparatos que sirven para la ocasión, o en otro momento no solo sabe leer y comprender avanzados sistemas de computación sino que también puede descifrar códigos y complejos lenguajes solo porque, bueno, lo necesita la trama y porque le gusta arreglar autos. Es como Ironheart en Black Panther: Wakanda Forever, que pudo armar un traje al nivel de Tony Stark solo porque su padre arreglaba autos. 

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Como una boyband de los 90s, todos los engranajes están preparados. El cúmulo de una horda de clichés aburridos le dan forma a la historia. Tenemos los personajes que van descubriendo la trama quién sabe cómo y la van explicando para que la podamos entender; el villano que tiene todos los utensilios necesarios para atacar a nuestro héroe cual baticinturón con repelente de tiburones; el momento del beso arruinado por alguien que entra a la habitación y, previo a eso, el romance obvio entre esas dos personas que se conocen hace unas 3 o 4 horas. Si a todo esto le sumamos casualidades que aparecen a favor de las necesidades del guión, situaciones previsibles para no complicar demasiado la trama y una comicidad basada en la idiosincrasia de un pueblo, no hay duda: tenemos el guión de Blue Beetle y a DC intentando hacer nuevos amigos.

El verosímil, algo de lo que siempre hablo mucho, debe tener un límite, al menos para mí. ¿Encontraste un escarabajo extraterrestre con poderes? Bueno, te creo. ¿El escarabajo elige a una persona y lo protege mediante simbiosis, un traje y poderes? Bueno, también te creo. ¿El tío del protagonista, que resulta ser el alivio cómico más fuerte de la película, conoce de tecnología avanzada, puede pilotear naves que no conoce, sin hablar de cómo prenderlas y hacerlas funcionar, y junto con el resto de la familia intentan salvar al superhéroe de turno sin un plan, mientras se enfrentar a la mujer más poderosa del planeta quizás, parte de una carrera armamentista despiadada que genera super soldados cyborgs para formar un ejército? Bueno no, ya no te lo creo y no solo eso, sino que todo se convierte en una gran pavada, te pido mil disculpas por la sinceridad. Hace poco vi la película de Los Caballeros del Zodiaco y todo el tercer acto era más o menos lo mismo que lo que plantea Blue Beetle.

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Me cuesta entender a ciencia cierta, por qué tanto DC como Marvel van en picada, si hablamos de calidad y aceptación del público, con sus películas. Siento que en gran parte se debe a que se preocupan más por qué van a decir ciertos sectores de la sociedad que por buscar una historia sólida. Esto es algo personal, algo que voy elucubrando a partir de todo lo que consumo. También, y creo que en mayor medida, existe la necesidad de crear solo porque hay que crear, y no porque es correcto crear. Hay películas que se sienten forzadas a existir, cuando quizás no es necesario que así lo sea. Las rivalidades, las productoras, los egos de algunos protagonistas, la búsqueda desesperada de recuperar los millones que se invierten, la mirada de guionistas o directores que ni se gastan en conocer la obra original… todo hace que muchas veces se caiga sobre fórmulas que funcionaron en su momento, pero que a estas alturas la gente está cansada de ver. Blue Beetle no es de lo peor que vas a ver, pero termina siendo de esas película que de no existir, el eje de DC y sus personajes seguiría siendo exactamente lo mismo.

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