Devil’s Pass (2013)

Lo primero es lo primero. Esta película está basada en hechos reales. En 1959, un grupo de excursionistas se aventuró sobre los montes Urales. Dos semanas después, sin dar señal de vida, el ejército ruso salió a buscarlos y los encontró muertos. Nueve cuerpos, donde varios de ellos habían fallecido bajo extrañas circunstancias: a dos, los encontraron sentados alrededor de una fogata, en ropa interior. Otro, tenía el cráneo fracturado; una de las mujeres, tenía la lengua arrancada. El campamento estaba destrozado y varios tenían golpes y fracturas. Qué los mató y qué fue lo que pasó con ellos todavía sigue siendo un misterio. Incluso, en algunos cuerpos, se encontraron rastros de radiación mucho más alta de lo que debería. A esto se lo conoció como “el incidente del paso Dyatlov”.
Imposible no hacer una película en base a tan interesante historia. Para ello, tenemos al director Renny Harlin, que si bien estuvo detrás de películas que la gran mayoría hemos visto, no ha tenido el reconocimiento que, creo, se merece. Por ejemplo, podemos nombrar A Nightmare on Elm Street 4: The Dream Master, Die Hard 2, Cliffhanger, Deep Blue Sea, Exorcist: The Beginning, The Covenant, The Legend of Hercules o The Bricklayer, entre otras. Si bien en español a esta película se la conoce como El paso del diablo, en inglés tiene dos títulos igual de válidos: The Dyatlov Pass Incident o Devil’s Pass.
A diferencia de otras películas del género “cámara en mano” o “metraje encontrado”, Devil’s Pass se toma su tiempo en comenzar. En los 10 primeros minutos, nos explica el hecho real, nos presenta a un grupo de estudiantes de EE.UU. que quiere investigar lo que pasó con el incidente del paso Dyatlov, y acto seguido, nos muestra su destino, denotando en una maniobra narrativa que no importa tanto cuál es el objetivo de este grupete de aventureros e investigadores, sino lo que vivieron en aquel lugar. Enseguida, también barajan un montón de teorías sobre lo que pasó con ellos, que son las mismas que se han expuesto para explicar lo que pasó con los nueve cuerpos encontrados en 1959.
Con el paso de los minutos, todo va encajando. A pesar de lo trillada que puede ser la construcción de esta película, es muy atrapante. Primero tenemos las situaciones extrañas al llegar a Rusia. Por un lado, secretos y personajes poco amistosos. Por otro lado, lugareños que empatizan con lo que van a hacer los jóvenes protagonistas y se muestran cálidos y amenos. Todo el tiempo, el lugar mismo se alza como un enemigo natural. La nieve, el frío extremo, y los parajes desolados. La película está filmada en Krasnaya Polyana, un pueblo de Rusia ubicado en las montañas del Cáucaso, conocido por su actividad en centros de esquí. También, las partes de exteriores estuvieron filmadas en Kirovsk, cerca de la Península de Kola en Rusia. Todo esto hace que realmente se sienta la opresión del clima en la historia. Todas las locaciones están muy bien utilizadas para contagiar las vivencias de los personajes y los factores climáticos a los que se tienen que enfrentar. En este aspecto, el realismo está plasmado de una forma más que convincente y ayuda al aire documental que se le pretende dar al metraje encontrado.
La fotografía va de la mano con lo que se quiere contar. Los tonos grises, siempre opacos, quitando cualquier saturación y apagando todos los colores posibles. Todo este realismo que va planteando la película es sutilmente invadido por algunas libertades creativas que se comienza a tomar la historia, haciendo hincapié en ciertos datos y abriendo nuevas posibilidades para lo que queda de película. Todo el halo de misterio detrás de lo sucedido es lo que se palpita a medida que los protagonistas se adentran en la montaña, indicando un rigor casi obligatorio de saber si ellos van a correr con la misma suerte que el grupo liderado por Igor Dyatlov poco más de medio siglo atrás.
Como pasa con Skinwalker Ranch (pero con buen gusto, bien pensado y bien escrito), la película comienza a tirar pequeños rastros de todas las teorías que se barajan al respecto. Por un lado tenemos ovnis, por otro lado, el mismísimo Yeti. También le podemos sumar algunos vicios sobrenaturales que tienen que ver con el lugar geográfico y creencias que se remontan a nativos de la zona. Por último e infaltable: experimentos del gobierno. Todas estas pequeñas pistas que van apareciendo, por momentos tácitas y por momentos muy sutiles, van creando la atmósfera necesaria para que cada vez la pregunta de “¿qué está pasando?” comience a resonar más y más fuerte en nuestras mentes.
La gran mayoría de estas películas cámara en mano tienen un factor en común y se trata de la obsesión de quien lidera el proyecto. Hay una desmedida necesidad por saber la verdad de las cosas que nubla el sentido común frente a situaciones extremas. Pasa en [Rec], pasa en la anteriormente mencionada Skinwalker Ranch, incluso podemos ver un atisbo de este sentimiento en Paranormal Activity. El momento en el que hay que decir “no, nos vamos de este lugar”, es el momento donde la obsesión toma poder de quienes llevan las riendas y sin siquiera barajar la noción de los peligros, tanto personales como para el resto de los individuos que los acompañan, quieren ir más allá de lo que deberían ir.
Podríamos hablar en estos casos de El Síndrome del Explorador, esa obsesión por el aprendizaje que muchas personas experimentan. Pero creo que acá va un paso más allá porque, claro está, lo que están por descubrir no es algo a lo que cualquiera pueda acceder. Así que, más allá de este síndrome, podríamos hablar incluso del sentimiento de trascender. De que nuestro nombre sea recordado por un descubrimiento único y no tanto por acercarle la “verdad” al resto del mundo, algo que cualquier documentalista tiene como base.
El tercer acto es una locura. Cambia el paradigma de todo lo que se venía cocinando, pero aún así se siente parte de un todo, es una consecuencia directa de los dos actos anteriores. En esta parte, es cuando la película nos pregunta a qué venimos. Nos pregunta si estamos preparados y si tenemos la mente lo suficientemente abierta. El verosímil de ese realismo del que veníamos hablando antes, se transforma por completo y genera un contraste de esos que aceptamos o no aceptamos. En ese aspecto, recuerda mucho a lo que vimos en otras cintas como Evidence o incluso la gran The Cabin in the Woods, a nivel conceptual.
No importa el por qué, ni el cómo, lo que importa en este caso (todo depende siempre de la búsqueda de cada película) es el impacto visual, el impacto narrativo, y dejarse llevar por un metraje que, muy particularmente, se me hace ameno, llamativo y entretenido. En este tipo de películas, me gusta apagar la mente, dejarme llevar por la ciencia ficción y el terror, y como nos da a entender Ángela en [Rec]: “Pablo, grábalo todo. Por tu puta madre”.