Day Shift (2022)

El cine de vampiros es, quizás, uno de mis géneros preferidos. Desde sus inicios, hubo una gama bastante amplia respecto a la mirada por sobre el mito. Si bien Hollywood durante años supo mantener un mismo estereotipo sobre este ser de la noche, la modernidad fue dándole una forma mucho más social. Desde el conde Graf Orlock en Nosferatu hasta Edward Cullen en Twilight, los vampiros pasaron de ser seres oscuros y ermitaños, recluidos generalmente en polvorientos castillos de estilo gótico, a seres sociales, que buscan establecerse como parte de nuestra sociedad.
En el camino encontramos de todo. La metrosexualidad gótica que implantó el director Neil Jordan por sobre la obra de Anne Rice en Interview with the Vampire: The Vampire Chronicles; la aceptación de la inmortalidad y encarar la vida con todos los placeres juntos, como demuestra el Deacon Frost de Stephen Dorff en la icónica Blade; la implacable frialdad de un cuento de hadas de tono coming-of-age con problemáticas modernas como en Let the Right One In; la pérdida de la moralidad frente a la tentación de la carne en la increíble Thirst de Park Chan-wook; o incluso la complejidad de una sociedad organizada como una monarquía que tiene reglas y viven como oligarcas vampíricos, mientras tratan como perros a los hombres lobo, sus principales enemigos, en la saga Underworld.
Ejemplos hay miles, y me ayudan para -justamente- ejemplificar a la perfección por qué el cine de vampiros tiene el condimento exacto para poder adaptarse a cualquier ambiente. Metafóricamente, el vampirismo puede tratarse de una enfermedad o de un don, de una maldición o de una bendición. Todo depende de la mirada de quien cree la narrativa que le dé forma a la historia. Y en este contexto aparecen, en estos últimos años, dos películas que tienen un aire muy de MTV, esa mirada cool sobre los aspectos más básicos que logran darle un halo de modernidad a las propuestas, que buscan estar aggiornadas a los tiempos que corren. Por un lado, hablo de Night Teeth. Por el otro, la película que nos reúne en esta reseña: Day Shift.
Jamie Foxx es, en mi humilde opinión, un actor que no tiene muchos grises. Te gusta lo que hace, o no te gusta. No es un actor que maneje una amplia variedad de estilos, salvo en casos muy contados. Pero es muy inteligente, y sabe elegir bien sus papeles. Sabe aceptar esos trabajos donde entiende que su impronta le va a poder aportar mucho al personaje, y por más que no sea muy diferente lo que hace en otras películas, su carisma no permite que uno caiga en esas odiosas comparaciones. En Day Shift, él es el alma de la fiesta, y actúa de Jamie Foxx. El resto de los personajes están muy bien, pero se nota que están para acompañarlo a él. Desde el personaje de Dave Franco hasta el genial Snoop Dogg: todos complementan al personaje de Foxx, y ese es el gran acierto de la película. Podríamos llamarle: el síndrome Ryan Reynolds.
Day Shift mezcla terror y comedia. Pero no quizás una comedia cargada de gags, con un tono absurdo (como podría ser Get Smart, o la nueva Baywatch, por ejemplo), sino que, mejor dicho, termina siendo una película simpática, de esas que son divertidas, de las que no se toman en serio a sí mismas, y tienen un más que correcto apartado técnico que es el que permite darle énfasis a la acción y al comportar de los protagonistas, algo que siempre va de la mano. Hay muchas escenas, muchas tomas y encuadres muy bien pensados, donde se nota sobremanera la intencionalidad del director para lograr aportar dosis de creatividad y truculencia en igual medida. No es una cinta que tenga un mensaje detrás, no hay un guión profundo ni personajes muy construidos desde su desarrollo. Todas las situaciones son bastante básicas, pero efectivas en su búsqueda. En ningún momento la cinta pretende ser algo más. Es entretenimiento puro, ese donde no tenemos que usar demasiado la cabeza, donde solo tenemos que dejarnos llevar.
La historia es básica, como decía. Cazador de vampiros, vampiro malo secuestra familia de cazador, cazador se cobra venganza de vampiro malo. La verdad es que la historia poco importa en esta película. Todo se centra en las escenas de acción, y los toques cómicos. Jamie Foxx aparece como un tipo rudo, el clásico macho alfa de armas tomar, mientras que su compañero, Dave Franco, es el clásico niño de cristal llevado al extremo del estereotipo. La visión de cada uno y sus actitudes van a estar chocando constantemente, algo que le va a regalar mucha frescura a esta propuesta. La relación entre los personajes es otro de los puntos fuertes de la película.
El gran problema a mi entender, es la villana de turno (Karla Souza). Desdibujada, con una motivación caprichosa para el tamaño del cambio que quiere lograr. La presentan como una mujer sensual, una característica muy común de los vampiros, pero la verdad es que no tiene presencia. No logra dar miedo ni imponer respeto en ningún momento. En su plan maestro, preocuparse por el personaje de Foxx no tiene mucho sentido. Se siente más como un capricho que como una encrucijada. Por su parte, el personaje que hace del jefe de ambos protagonistas (Eric Lange) es insoportable. Aporta un formato de comedia básico y muy trillado, que aparenta ser un alivio cómico pero nunca logra su cometido.
Mención aparte para la banda de sonido. Si te gusta el rap, estás de suerte. Day Shift tiene temas de artistas como 2Pac, Dr. Dre, Ice Cube, el mismísimo Snoop Dog y otros. Y si te gusta un poco más de distorsión, tenemos Nickelback (bueno, “distorsión”, se entiende) o Body Count, por ejemplo. En pocas palabras, la película es divertida, entretenida, pero no hay que pedirle mucho más. El final es bastante absurdo, termina de una manera simple y con poco peso argumental o emocional, y todo se vuelve color de rosa sin perder la comedia ni esos dejos de humor negro suavizado. Se podría decir que termina con la misma fuerza con la que se maneja durante todo el metraje, pero hay que admitir que en varios momentos (donde destaca la acción) se nota que hay una búsqueda por relucir desde lo técnico y lo visual. Espero que una secuela pueda encaminarla un poco más.