Unwelcome (2023)

Podría ser folk horror, pero no sé si aplicaría a todos los ejemplos. Hay un submundo de películas que se abrazan a ese cliché de pueblos olvidados o alejados de la civilización, donde parece que las reglas de la normalidad y el sentido común no son parte del atractivo local. Pueblos donde la gente es rara, las miradas son raras, las costumbres son raras, y si bien no estoy diciendo que dichos contextos no existan, en las películas siempre juegan en contra de nuestros protagonistas, y a veces, como es el caso de Unwelcome, lo hacen de forma exagerada o completamente forzada.
Jon Wright es el director. Anteriormente, ya había incursionado en el terror con Tormented y con Grabbers, aunque ambas tenían una fuerte dosis central de comedia. Más tarde hizo Robot Overlords, una película de ciencia ficción con un buen despliegue de efectos especiales donde podíamos a ver a dos pesos pesados como Ben Kingsley y Gillian Anderson. Si bien la gran mayoría de sus películas tienen esto de hacer hincapié en la ciudades o pueblos donde transcurre la historia, fue en Grabbers donde también toca este tópico de pueblo costero alejado con ocurren cosas extrañas. Nada que ver una con la otra, mientras Grabbers tiene un condimento plenamente lovecraftiano, Unwelcome sí que reposa sobre el folk horror, por así decirlo.
Una pareja que se acaba de enterar de que van a ser padres, decide comprar algo para beber a modo de festejo. El futuro padre va al almacén más cercano, en un barrio donde el peligro acecha en cada esquina. Se cruza con unos matones de turno que lo quieren molestar, él les contesta en voz alta, y eso es motivo suficiente para que estos malosos lo sigan hasta su casa, entren a la fuerza, lo muelan a palos a él, a la mujer embaraza y los quieran matar a ambos. Ella, con un carácter mucho más fuerte que el de su pareja, pone un freno a la amenaza y la policía termina salvando la situación.
Ahí la cosa cambia y vemos una señora muerta en el jardín de una casa. Esa señora es familiar del reciente futuro padre golpeado, y les queda dicha casa de herencia. Frente a este ataque que recibieron en su propio hogar, deciden tomar esa herencia y mudarse, precisamente, a un pueblito alejado de Irlanda. Al llegar, todos se muestran amables y solidarios con ellos, pero al parecer, a nadie le caía bien la dueña anterior de la casa y se genera un misterio alrededor, aunque queda esclarecido a los pocos minutos de metraje. Sin embargo, el verdadero problema llega cuando contratan a una familia que ofrece servicios de reparaciones y albañilería, para que reparen la vieja casona, que se encuentra en malas condiciones.
Todo está a la vista, no hay mucho para adivinar en Unwelcome. Cuando se plantea el tema del fondo de la casa, que tiene que ver con los goblins (o como quieran llamarlos), se plantea no como un misterio, sino como un hecho, por lo que toda la trama se centra en esta familia disfuncional de trabajadores, que son, quizás, tan desagradables como aquellos que los golpearon en Inglaterra, al comienzo de la película. Ahí es donde la película comienza a perder un poco el rumbo. Las tramas se mezclan, el peso y la importancia de los personajes va cambiando de lado a lado, y lo más importante, que sería todo el tema de los goblins, planteados inicialmente como los verdaderos enemigos, queda en la nada.
Por ende, la resolución es, como mínimo, ambigua. Se cierran las problemáticas planteadas, pero de una forma muy extraña, que te genera varias preguntas más con esos giros argumentales que expone. Al menos queda en claro que la única persona que vale la pena de aquella pareja es ella, porque él es un completo idiota. Y al menos a mí, este tipo de personajes me causa mucho rechazo. Porque una cosa es el personaje tildado como “perdedor” con un trasfondo emocional o psicológico que esté atado a su pasado, y otra cosa es el “perdedor” solo por ser así, sin ningún atisbo de construcción de personaje. El problema con estos últimos, es que solo están para entorpecer las acciones que pueden llevar a un escape o una victoria a la hora de definir la situación planteada. Son personajes que no logran abrir una puerta, que se caen, que se tropiezan, que no saben defenderse. Y no como consecuencia de algo que plantea el guion, sino como recurso para entorpecer las escenas.
Esto último es algo completamente debatible, ya que se trata de una observación muy personal. Tengo un problema con el género home invasion, por ejemplo. Yo no pretendo que si viene Jason puedas hacer algo al respecto. Pero si un tipo con una mascara de conejo de pascua quiere entrar a tu casa o pone en riesgo tu vida o la de tu familia, me cuesta concebir que los personajes actúen de forma tan pasiva. Más allá de la personalidad de cada uno, hay algo instintivo, carnal, primitivo si se quiere, que te lleva mínimamente a la supervivencia. Entiendo que You’re Next (Adam Wingard – 2011) o Becky (Jonathan Milott y Cary Murnion – 2020) son ejemplos extremos, pero al menos yo, genero mayor empatía con esos personajes. Y, de nuevo, al menos para mí, la empatía con los personajes en un punto bastante vital para poder disfrutar una película.
Voto a favor del director por utilizar efectos prácticos y no rendirse de lleno al CGI. Todos los goblins son actores con prótesis y cabezas animatrónicas, filmados en escenarios construidos al doble de tamaño para simular la corta altura. En ese aspecto, la cinta cumple y muy bien. Y si bien no hay muchas escenas donde el terror muestre su lado más gutural, las que hay están muy bien hechas.
Dicho esto esto, y como para hacer un resumen de toda la situación, siento que Unwelcome tiene un enorme potencial, pero fuera de foco. Si hubiese puesto el eje sobre los goblins y todo el aspecto más folk del asunto, siendo que el resultado hubiese sido otro. Pero pusieron el centro de la lanza sobre la bestialidad humana de una familia de palurdos que ya se vio mil veces de forma cancina. Incluso, la epicidad del concepto de la “mamá oso” haciendo lo que fuese por su bebe, se pierde en un mar de incongruencias y no termina de destacar.