Creed III (2023)

Me gusta lo que hicieron con la saga Creed. La emocionalidad que hay por sobre el deporte. En algún momento, Rocky tenía eso, pero desde otro punto de vista. Había un halo de superación. Rocky es historia. No creo, sinceramente, que la saga Creed logre en algún momento lo que logró Rocky, pero eso no le quita mérito. La película es muy buena, tiene buen ritmo, buenas actuaciones, es muy dinámica. Lógicamente, no es perfecta, dista de serlo. Incluso creo que no es una película memorable, como si creo que lo son las dos anteriores. Pero, de nuevo, eso no la hace mala, ni mucho menos.
Ryan Coogler (Black Panther) en la primera entrega de Creed hace, para mí, magia. Es una combinación perfecta entre deporte, emociones, y un tratamiento magnifico sobre los personajes. El halo de superación se hacía mucho más potente, involucraba a diferentes personas con diferentes pasados para sanar.
Steven Caple Jr. (The Land) se hace cargo de Creed II y sigue la misma fórmula de la primera parte, añadiendo más nostalgia a la propuesta. La relación entre Adonis y Rocky es perfecta, y disculpen si les parezco exagerado, pero lo que hace Stallone a nivel interpretativo me parece de lo mejor que vi en su carrera. Sí, sé que no es un actor que se caracterice por dar grandes papeles a nivel interpretativo, pero en este caso siento que lo que hace con el personaje es digno de ponerse de pie, sacarse el sombrero, y aplaudir.
Creed III está dirigida por el propio Adonis, Michael B. Jordan, en lo que supone su opera prima. Y lo hace bastante bien, para ser sincero. Hay varias cosas, detalles quizás, que podríamos poner en las espaldas tanto del director como de los guionistas, y tienen que ver directamente con la historia y con varios disparadores de los momentos más emocionales, algo que en las entregas anteriores no pasaba de esta manera. En la primera y segunda parte, todo lo que tenía que ver con las emociones de los personajes y con las relaciones, tenían tanto peso y estaba tan bien manejado, que las lágrimas no te caían por el golpe bajo, sino por cómo los personajes manejaban las situaciones. Por la aceptación, por la lucha, por no bajar los brazos.
Mientras veía esta película, pensaba en los motivos del antagonista, interpretado por Jonathan Majors (Lovecraft Country). El hombre quiere cumplir el sueño que le quitaron de chico, y se siente traicionado por el que era su mejor amigo, su hermano de la vida. ¿Se equivoca en las formas? Sí, totalmente. Estuvo casi 20 años en prisión, juntando rencor, odio, frustración, y sobreviviendo día a día. A pesar de sus errores, lo complejo del personaje hace que, nos guste o no, en algún punto tenga razón por sentirse como se siente. Sin embargo, la película elige ponerlo como villano.
Por otro lado, tenemos a todo ese pasado que pesa en las espaldas de Adonis, del que nunca antes se habló en las entregas anteriores. Es un pasado que lo afecta, del que no quiere hablar, pero todos lo presionan para hacerlo. ¡Dejen al hombre en paz, por favor! Todo lo que pasa alrededor de Adonis cuando el personaje de Majors aparece, se siente un tanto forzado. La culpa lo atrapa, se vuelve errático, pierde, al menos por un rato, el rumbo de su vida. Y ahí es donde entran en escena dos situaciones que, a mi gusto, manipulan al guion.
Por un lado, todo lo que hace la madre de Adonis con respecto al personaje de Majors cuando son chicos. Literalmente se fuerza toda una situación que no tiene nada de malo, para justificar la desidia, sin tener en cuenta el sufrimiento de dicho personaje y liberando de toda culpa lo que hace Adonis, excusándose con que “era solo un niño”. ¿Y el amigo, qué? ¿No era un niño también? ¿Por qué se miden a ambos personajes con varas diferente?
El otro tema pasa por la mujer de Adonis, interpretada por Tessa Thompson. Y el problema no pasa ni por ella como actriz, ni con su personaje puntualmente, sino por el peso que tiene ella en la historia por sobre Adonis. Y por favor, que se entienda bien, no tiene nada que ver con el concepto del amor. Nadie más creyente del amor y enamoradizo que yo. Pero no me convenció cómo fue tratado esto ya que se trata de una historia de superación y redención personal. Y remarco, entonces, la palabra personal. No hay nada de malo en que en ciertos momentos nos apoyemos en otra persona, el problema es depender de otra persona. Ahí se me generó como un cortocircuito entre eso que la película pone casi como lema, lo de “levántate por ti mismo”, y cómo plasman la forma de “levantarse” de Adonis. ¿Muy rebuscada mi forma de analizar la película? Quizás. Pero bueno, es lo que sentí.
Las peleas también tomaron una nueva impronta, mucho más parecido a un anime por su dinámica. Las peleas de la saga Rocky eran espectaculares, más dignas de un show circense que de un combate de boxea, pero dentro de su propia búsqueda, funcionaban a la perfección. Tenían un dejo de pelea callejera que te hacía sentir mucho más cercano al personaje. En Creed comenzaron a tener un realismo mucho más implícito, no solo por cómo están filmadas, sino también por las coreografías. En Creed III siento que van un paso más allá, doblan la apuesta de lo dinámico, incluso la edición, muchas de las tomas y de los encuadres, tienen sus propias formas, particulares, que las despegan un poco de lo que veníamos viendo.
Creed III, a pesar de tener algunas cosas que no me convencieron como ya comenté, me terminó gustando bastante. Todo su lado emocional me permitió sentir empatía con los personajes, y los momentos donde la película tiene tintes de drama, me llegaron al corazón. Obviamente en este punto, depende mucho de las vivencias y experiencias de cada uno y de cómo eso te mueve por dentro. Conmigo lo lograron. Compré lo que vendían. Y no me sentí decepcionado en ningún momento. Creo que hay mucha pasión puesta en esta película, hay alma. Y si bien ni se lo nombra a Rocky, pienso que podemos tener una franquicia que, al menos, le haga homenaje a la saga que tan bien llevó al hombro Sylvester Stallone.